Clareaba
en celajes vespertinos, mientras las lámparas titilaban antes de encender por
la ausencia de sol, la solitaria calle se barría en hojas derramados por la
arboleda, viejos eucaliptos que levantaban sus ramas para sacudirse en el viento
del otoño. Sábado de vigilia, que apretaba sin transeúntes frente a la casona
marcada con el número 101 A,
en cuya puerta de madera colgaba una mano de bronce que se usaba como tocador para
anunciarse.
El
sonido característico, el toquido se dejó escuchar hasta el corredor del patio
de la entrada, lo que hizo que el patojo, correteara por el pasadizo con el fin
de dar respuesta a insistente llamado.
Presto
abrió una de las hojas de la puerta, al asomarse al exterior se sintió extraño,
en ese instante un calofrío le recorrió el cuerpo que le puso la piel de
gallina, frente a él una mujer de largas trenzas, con una mantilla que le cubría
el cuello como bufanda, era de hermoso porte y singular belleza, me fijó la
mirada mientras me interrogaba.
--- Buenas tardes o diría noches,
joven…podría usted indicarme si se encuentra Miguel en casa? ---
--- No, no está, le vi que salió
hace unas cuantas horas --- con la leve intención de cerrarle la puerta. Sintió
que la fuerza de una mano, de aspecto extraño se la detuvo.
--- Espera --- le indicó, con una
voz como venida de ultratumba --- quieres decirle que le he venido a buscar,
pues le he estado esperando en la capilla, pero no ha podido o no ha querido
llegar---
--- Y le digo de parte de…
--- De su amada Adelina..!, que le
sigo esperando donde siempre ---
Ni
bien había terminado la charla, entre un abrir y cerrar de ojos, la dama
desapareció convertida en vaho, ante los ojos del muchacho. Este retornó a su
cuarto más que temblando de miedo.
Horas
mas tarde, Miguel se hizo presente, apestaba a guaro, tambaleándose se dirigió
a la habitación, donde encontró al chico, que se le salían los ojos y no dejaba
de rezar, sentado en la orilla de una cama, haciendo la señal de la cruz con
ambas manos..
--- Hola mi hermano, que te pasa, te
veo asustado, haber haceme un espacio me voy a tumbar allí, mientras me contás
que te sucede.---
--- Hay mi hermano --- le dijo,
manifestando todo su miedo--- sabés que te vino a buscar una mujer, bonita la
fregada, pero me hizo sentir calofríos y vieras como espanto, te dejó un
mensaje y luego se esfumó en la calle.---
---Ya vas, estas loco sin no existen
los espantos y menos que me vengan a buscar, ja, ja, ja. Me gustarían si
estuviese vivita…
--- Acaso no conoces a una tal
Adelina, pues?---
--- ¡AHHH! --- viendo al cielo se
puso a bajar libros, en medio de su borrachera, insistió.--- Adelina!, pues la
verdad NO! Ah…---dijo al hacer memoria --- a lo mejor se trata de la costurera
de la tía Lencha. Una patojota hermosa que me estaba cantineando, así de guapa
y le hizo señas con sus manos de su galán trasero. Pero esa está mas que viva,
está rebuena.---
--- Si vos la hubieras visto,
estarías preocupado, se veían palidota y sus huesudas manos, daban ñáñaras---
--- Y que fue lo que te dijo, pues?
---
--- Algo así como que te había
estado esperando y que vos no querías llegar a buscarla, deseaba que la
visitaras.---
--- Y a donde?---
--- ¡Ahhh!, si en la capilla me dijo...
Ni
bien había finalizado el interrogatorio Miguel se quedó dormido, abatido,
embrocado sobre la cama, a pasar la mona. El chico tomó una chamarra se la
hecho encima, oficioso se acercó para acomodar un catre, se acurrucó con una
sábana y se recostó, lo mas cerca que pudo de él.
La
mañana les sorprendió con los gritos del lechero, que apuntaba con sus pregones
a eso de las seis de la mañana, somató la puerta, el chico se levantó de un
brinco, salió al corredor, después de recoger el litro encargado, lo puso sobre
la mesa de la cocina y se dirigió a la pila para darse un chapuzón, se secó la
cara con un trapo y al pasar frente al espejo de la repisa se dio cuenta que el
sueño no le había sustentado, las ojeras le colgaban sobre los cachetes y la
bostezadera no lo dejaba en paz. Entró de nuevo al cuarto, retirando el catre, procedió
a zangolotear a Miguel, quien permanecía en el quinto sueño.
--- Mano, no la fregués, es domingo,
dejame dormir otro cacho.---
--- Acaso ya se te olvidó, que tenés
que ir a buscar a la mujer. No dijo pues que te esperaba en la capilla?---
--- Hay, dejame en paz, primero voy
a tratar de recordarme bien de la chava, mas tarde voy donde la tía y salgo de
la duda.---
Pasado
el medio día, después del almuercero y un buen caldo de huevos, se levantó con el
espíritu entonado, tomó su morralito, salió a la calle en dirección a casa de su tía, caminó un buen trecho por
las callecitas empedradas del caserío de Agua Blanca, trepó por los cercos
hechos de piedra y pasó cortando unas sandías para el viaje. En el estrecho
camino se encontró con Don Cheyo, viejito que permanecía sentado en la puerta
de su rancho disfrutando de un puro de tabaco hecho a mano, quien levantó su mano para lanzarme un saludo a mi
paso.
Con
el sombrero en la mano, penetré en la casita, separando la manta que franqueaba
la puerta.
--- Ave María… hay gente en casa…Tía está por
ay!--- preguntó
---Mijo… que bueno verte, tanto
tiempo, veo que no te has olvidado de esta vieja.---
La
señora se encontraba sentada tras una máquina de cocer, con unos retazos de
tela que con el movimiento de los pedales ponía a coser, los anteojos le
sobraban sobre la nariz, sobre los aros mostraba sus verdes ojos, de agua
marina. Sus cabellos tintos de blanco, repasaban en canas que caían sobre sus
hombros, la simpática anciana se puso de pie, sacudiéndose por delante su
delantal de cuadritos, se acercó al muchacho, le dio un abrazo, después de
tocarle la frente y sentirle el mento.
--- Haber que te trae por aquí, mi
muchacho y no me digás que venís solo a verme, después de casi dos años, no te
la voy a creer --- con un dedo señalándolo --- te conozco picarazo, haber
desembuchá ---
--- Pues la verdad tía es que vine a
preguntarle. Se recuerda de la muchachona que trabajaba con usted, en la
costura, una tal Adelina ---
---Callate que esta patoja, solo me
la veniste a alebrestar, andaba toda emocionada por tu culpa que le habías ofrecido
no se que cosas y que te la ibas a llevar a tu casa. Un día domingo que salió,
regresó ya tarde, lloraba de la pena, me confesó que habías quedado de verla en
la capilla de la aldea y te había estado esperado hasta tarde y no te habías
aparecido. Estuvo unos días aquí conmigo, se la pasaba llorando a mares, siempre
se quejaba de tus falsas promesas, hasta que un fin de semana se fue. Y no me
vas a creer, la patoja tenía un su enamorado, de esos de machete al cinto,
siempre la vigiaba, la encontró un día en la capilla y se la quiso llevar, ella
se resistió y lo despreció. El hombre en un arranque de cólera le pasó un
filazo por el cuello y la mató. De eso ya va ser un año.---
--- Entonces, quiere decir que está
muerta?---
--- Muerta y enterrada en el
cementerio de la localidad, como la pobre no tenía familia, con los vecinos le
procuramos un humilde entierro, en caja de pino y con todas sus cosas ---
haciéndole una pausa--- dicen las gentes que la han visto por las noches junto
a la capilla, que llora desconsolada, porque dicen que espera a su enamorado. Los
que la han visto cuentan que usa una mantilla que le cubre el cuello y le
oculta la herida que le hizo el bandido en la garganta.--- que se me hace que
es a vos a quien espera!---
--- ¡MAAA! --- los ojos casi se le
salen de las órbitas y los escarnios le hicieron temblar las piernas
--- Consejo te doy, andá, buscala en
el cementerio en su tumba y le pedís perdón, le devolvés las promesas, porque sino
dicen los que saben de estas cosas de espíritus que va a seguir vagando por el
mundo de los espantos e insistirá en buscarte hasta el fin del mundo.---
No hay comentarios:
Publicar un comentario