sábado, 21 de septiembre de 2013

PRINCESA MAYA



          La princesa es ungida junto a su séquito y se dirigen en flamante procesión hasta el centro de la plaza, donde celebran la fiesta de la coronación. Cubierta de ajuares hermosos, es el centro de la atención, la que los caballeros prodigan toda clase de loores, con el fin de obtener una oportunidad de ser tomados en cuenta para posarse a su lado para resguardarla, su alta jerarquía la ciega y luego no se inmuta, ni acepta proposiciones, en medio de tal circunstancia el baile no se ve interrumpido, pues la soberana en espera el advenimiento de su príncipe, el designado por los dioses como consorte. La música revienta en acordes de felicidad pero las pistas se encuentran solitarias, las parejas de cortesanos y los jóvenes guerreros adulan y protegen a las damiselas que asisten a tan esperado evento.
          Tras una nube de los inciensos, revienta en el firmamento la presencia de un caudillo, ungido de jade, que desciende entre nubes de las alturas hasta el lugar del convivio. Adornado con su penacho de plumas de quetzal, hace presencia ante los mortales a quienes deslumbra con su prestancia. Avanza gallardamente hasta el pináculo, allí le hace encuentro y coloca sus manos en el rostro de la dama la reina, quien al verle se sorprende en tan milagroso reunión, cae de rodillas ante su señor,  quien la envuelve en un largo lienzo de lino y la conduce entre sus brazos, la magia se concreta cuando juntos ascienden como la espuma, entre vítores y oraciones de los súbditos. Se eleva hasta los confines de las altas tierras de sus ancestros, donde el hogar de los dioses se transforma en un espejismo de sabiduría y bienestar.
          Allá en las alturas de los montes, residencia de los dioses, en el paraíso de los celajes donde los loros hacen sus nidos, donde los venados muestran su señorío pastando en los campos, ante un paisaje maravilloso, los cientos de pajarillos con collares de pétalos se dedican a arrullar a la reina en sus aposentos en la cumbre de una pirámide, cuyo balcón despide la primavera para bendecir a sus súbditos de la tierra.
          Las lluvias seguidas de las cosechas abundantes, son el regalo que han recibido a cambio de la doncella, cuyo sacrificio entona en melodías el sagrado ímpetu, la tradición y no de muerte que hace el progreso y supervivencia de su comunidad, dioses y plebeyos que en simbiosis se amalgaman para restaurar una tradición, concretada en inscripciones y jeroglíficos de las ciudades ancestrales.
          El sol (kinich Ahau), es el poder y la fortaleza de estos símbolos, que producen el milagro de la agricultura, el de las prósperas cosechas, de los celestes años de virtud y prosperidad, que a lo largo de los siglos significan un reino de Paz.
          Las tierras del sur, donde se encontraba el reino de los dioses buenos. En el nido, asiento de la serpiente alada y las gigantescas cuevas de los  jaguares, parte de la mitología de los habitantes de estas tierras de paradisíacos paisajes. Aquí se reciben a través del olor del pom las peticiones y oraciones de los súbditos hombres, que piden su perfección en las artes de la arquitectura, las habilidades de la orfebrería y la sapiencia heredada de sus ancestros, en el conocimiento de las estrellas.
          Tras los gigantescos desfiladeros, de los impenetrables bosques, la tierra se encontraba dividida, en las planicies áridas del norte donde habitaban las legiones de sanguinarios guerreros que vivían de la conquista y la fuerza. Los del norte, desterrados guerreros que practicaban la maldad a través de la  muerte, poderosos habitantes de los asentamientos por arriba de la península de Yucatán, dedicados a conquistar, destruir, saciaban su odio matando a sus vecinos, robando sus doncellas y extinguiendo todas las fuentes de cultura, usurpaban sus templos y ciudades, convirtiéndolos en antros de maldad.
          Maestros en los sacrificios humanos, su subsistencia la basaban en el robo de las cosechas y sometimiento a  trabajos forzados a los prisioneros, todos hechos esclavos durante sus crueles batallas, maléficas reyertas.
          Los sumisos sacerdotes del sur, cuyos conocimientos iban mas allá de las artes, se prodigan en el establecimiento de la paz, creando además de templos imponentes la creación de códices que llevan sus mensajes para la posteridad.
          Las estrategias de subsistencia se basaron en la inteligencia del soberano Yukno-om, quien por sumisión después de haber sufrido sitio de varios años, rinde su reino y su palacio, aceptando el matrimonio de su hija la segunda mujer notable con el conquistador k´inich yook, que luego trae a la descendencia que provoca el declive del poder de los reinos de Calakmul, al convertirse en un pueblo efímero tras la mezcla con los invasores.
          Descendiente de estos guerreros negros de las tierras altas del norte. Poderosos comandantes de las tribus de las serpientes aladas y los buitres, eran jefes de hordas de monstruosos soldados que practicaban el canibalismo y los sacrificios humanos, en los altares de piedra, donde extraían en vida el corazón de los caciques que representaban a los nobles pueblos dedicados a las artes y el estudio.
          Pueblos jóvenes que permanecían en cautiverio signo de esclavitud que eran pisoteados por no practicar los cánones de la guerra, que se convertían en pagadores de impuestos y adoradores de los dioses del inframundo.
          Con la caída de estos reinos se viene la época del renacimiento guiados por los dioses, quienes ungen la tercera mujer notable que se ve favorecida por las plagas que hacen sucumbir a los descendientes de los guerreros negros, provocando un período de reconstrucción y florecimiento de los pueblos que en secreto había mantenido las artes. El nacimiento de los sacerdotes que iluminaron el calendario y el resurgimiento de los hijos de los dioses.
          El advenimiento del Sitio llamado “La Corona, de donde surge las nuevas princesas hijas de la elegida y del caudillo semidios, la primera y la protegida por la fuerza del Gran Jaguar, la segunda cuya fuerza da origen a la alianza con el príncipe, también descendiente, del poderoso Jasaw Chan K´wiil, con quien vence la maldad dando origen a Tikal, como el nuevo imperio.
          En el cielo se regocijan los iluminados, cuando florecen las grandes capitales del reino de la paz, encabezados por el complejo del Mirador y bajo el poder de la Hermosa Tikal.

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