Ya
papá se encontraba en la sala de la casa con un periódico en la mano,
alertándome sobre la hora, aun cuando me asomé con el uniforme puesto al salir
de mi cuarto, mamá se acurrucó frente a mi, me levantó la pierna y con el zapato
terminó de amarrar la moña de la cinta que me lo apretó. ¡Listo!, con mi guate
de cuero en la mano y mi bate de béisbol bajo el brazo, me plante en la puerta
del auto para que me hicieran espacio.
Me
hice el listado mental de las cosas que llevaba, mi gorra, mi sudadera, mi
equipo etc. ¡YA!, además la bolsita de plástico que siempre me ponen, con un
pan y una botella de jugo o gaseosa.
Ya
en el campo estaban mis compañeritos, todos vestidos iguales, haciéndole rueda
al profesor, quien explicaba las estrategias, pero lo que era importante, era
ir a dar unas carreras de calentamiento previas a que nos colocáramos el guante
y se nos repartieran las pelotas para el aflojar el brazo, estábamos
preparados, se nos había explicado nuestros puestos desde los entrenamientos
desde unas semanas previas, hoy era el día de poner en práctica lo aprendido,
todas esas tarde de la semana, algunos con viento y hasta llovizna, después de
terminadas las clases.
Se
nos dio a conocer el listado y de las posiciones, el orden del bateo, en forma
ordenada se nos hizo sentarnos en las banquitas de cemento dentro del cuarto
llamado dog out. Uno a uno con nuestro respectivo casco en lugar de la gorrita
se nos llamó para pasar al frente, eso si la orden era que había que meterse la
camisa y estar bien planchaditos antes de pasar a pararse a batear en el home.
Me
encontraba de pie enfrente del cuadrilátero blanco, un señor de vestido oscuro
con casco y máscara era el que daba las ordenes, frente a él, otro chico, con
su indumentaria de catcher, peto, casco con máscara, se encuclillaba a la par
mía con un guante redondo en la mano y le hacía señas al otro.
Unos
metros frente al grupo, encaramado en una lomita otro chico lanzaba la pelotita
blanca rumbo hacia donde yo me encontraba. La veía venir y realmente me
temblaban las canillas, estaba petrificado, el sudor me recorría la espalda y a
veces me manchaba la frente. ¡Guau!, esa si me pasó cerca y el señor Umpire
gritó Strike. El manager se me acercó y me dio instrucciones de última hora,
vamos adelante como en los entrenos, decía, si así es decidido entonces, la
próxima no la dejo pasar, le pego o me poncho. Con las piolas destempladas
regreso hasta mi banca, arrastrando el bate, con la idea de que en el siguiente
turno voy a estar mejor. Una lágrima se me escapó de la cólera por no haber
podido sacudirla.
Vamos
llegando ya al final de la temporada, han pasado tantas cosas que solo las da
el tiempo y la experiencia, hoy estoy ya vestido con mi uniforme, frente al
cuarto de mis padres, urgiendo que mi viejo se levante, ya tengo lista mi
batera en el asiento de atrás del auto, reviso, no me falta nada, la concha,
toc!, toc!, en su sitio, no me dejan jugar si no la llevo.
Por
fin estamos en el campo ya el parqueo está repleto y yo salto al campo con toda
mi indumentaria, ya algunos se encuentran en la fase de calentamiento. Hacemos
la calistenia necesaria bajo las órdenes del entrenador y la fase del
entrenamiento de lanzarnos las bolas. Es un día importante para mí, estamos en
play off y el coach me entregó la bola,
voy a ser el lanzador, hoy es cuando, junto a otro compañero nos incorporamos
al campo hace ya dos años y ahora vamos a demostrar lo que hemos aprendido.
Como
en fila india han pasado los contrincantes ante mi presencia, he ponchado
algunos, otros me han bateado, algo que mis compañeros se han encargado, colaborando
con el fin de ponerles out en las bases. El temor se ha disipado tanto en el
fildeo como cuando llego a la batería y es la seguridad que da la práctica, ahora
ya casi no me poncho y aspiro ha romper en un batazo la de cuero o sacarla del
campo es mi meta.
Las
jugadas en el campo cada vez más vistosas, se hacen menos difíciles y de mis
amigos peloteros como han mejorado, funcionan bien en sus respectivas posiciones.
Ya jugamos con señas se nos premia con aplausos por la buena actuación tanto en
el fildéo como cuando bateamos.
Nos
ganamos la ida hacia un restaurante de comida rápida para celebrar, después de tanto esfuerzo ganamos el
campeonato, que alegría, pero no les vamos a quitar su merito a los papás, se
portaron a la altura con las porras, vieran como es de importante escuchar
hasta fondo, entre tambores y pitos, la voz de alguien que grita: ¡Ese es
mijo!, seguro mi compañero sabe de quien se trata, pues conoce la voz de su
padre. Y eso hace que uno le ponga mas ganas.
Finalicé
un ciclo mas de este bendito beis bol, un año mas de felicidad y
aprovechamiento, al llegar a casa mi padre está en la sala, no mas me ve entrar
me llama, haciéndome señales con la mano, tiene un sobre en las manos. ¿Qué
hice?, bueno no le veo cara de enojado, dejo tirado todo mi equipaje, mochila,
libros etc. Y me paro frente a él en espera de lo peor. Me mira de frente a los
ojos y eso me hace temer de lo peor, luego saca la nota del sobre y me lee.
Un
grito de felicidad se deja escuchar en todas la casa, mi madre abandona sus que
aceres doméstico y corre a mi lado, a ver lo sucedido.
¡YES!,
que representa un grito de batalla, la nota dice que he sido convocado para la
pre-selección de mi categoría, vaya si no es bueno, me siento muy contento. Mi
padre atinadamente me platica de la responsabilidad y del sacrificio que eso
significa. Pero yo, estoy emocionado, eso quiere decir que si hago bien las
cosas me quedo en el equipo, voy a
representar a mi Guatemala.
Llegamos,
siempre en tiempo, con mi padre, él se quedó en las gradas, con los grandes, allí
donde les darán unas charlas. En la gramilla hay bastantes peloteros de tres
categorías, los de la pre, los mas pequeños, es donde me toca, allí están
algunos de mis compañeros esperando que los encargados nos convoque para
iniciar las pruebas, no sabemos de que se trata pero es como un entrenamiento.
No
fue nada del otro mundo, nos hicieron pruebas de correr, de cómo fildear, bateo
y nos agruparon por posición, todos quería estar allí, como pichers, solo unos
poquitos se quedaron como de jardineros, bien después de que anotaron un montón
de cosas en unos papeles, nos sentaron en la grama y nos dijeron que a través
de nuestros entrenadores nos iban a informar si estábamos entre los escogidos
para pertenecer a los grupos que se iban a convocar para los
entrenamientos a partir de la fecha.
Estoy algo nervioso para ver el resultado de esto, pero según comentaron nos
quedamos la mayoría, pues hasta después del primer mes de entrenamiento van a
realizar los recortes.
Los
entrenamientos han sido duros, llego cansadísimo a casa, después de un buen
baño, tengo que hacer fuerza pues tampoco tengo que dejar los estudios. Gracias
a mis papas no falto a las prácticas, tres veces por semana y bueno porque a mi
también me gusta, han de creer que he aprendido bastante, como despegarme y
corren entre bases, ¡JA! A veces nos sacan el jugo con las tandas de la
bateada. Saben ya pronto vamos a tener un juego de fogueo y vamos a ver como
estamos, después de estos vendrán los recortes, actualmente somos como 30 y ya
al final 14 van a ser los que se queden.
Es
una algarabía, carreras por todos lados, visita a la agencia de viajes, de paso
a la embajada y otros tantos lugares como la medida y la entrega de los
uniformes, se ven chileros, todos tienen los colores nacionales y una G en el
pecho, igual que la gorra. En la espalda llevo pintado orgullosamente mi
apellido, hoy por la noche nos llevan a las oficina de la federación y después
de unos cuantos discursos, nos hacen pasar bajo mi bandera, todo el mundo está
allí, con las fotos y lo demás. El viaje es en unos días.
Recibimos
unas playeras que nos identifican, el flamante equipo de beis bol de Guatemala,
es la que usamos para el viaje, bien uniformados y cada quien con su maleta,
recibiendo las instrucciones de sus respectivos papás, un par de persignadas y
otras tantas recomendaciones de ¡Ay se me porta bien!. Guarde bien su dinero y
no lo mal gaste. Algunos viajan con su papá, pero todos, digo todos con aquella
ilusión de la aventura, la idea de quedar bien y demostrar porque estábamos
allí.
Recibidos
con toda pompa, nos llevaron al lugar donde íbamos a pasar los siguientes ocho
días, bajo la mirada de los encargados, el cuidado de los entrenadores y
representantes. Donde dormíamos, nos daban de comer y relajeabamos un poco.
Día
de fiesta la inauguración del torneo, desfile, banderas y fiesta, uniformes de
todos los colores que uno se imagina, todos bien planchaditos y con una sonrisa
en los labios saludando a los asistentes en las gradas del estadio. Allá en el
fondo del campo hondean las 10 banderas de los participantes y alli esta la azul,
blanco y azul, la mía, la de mis amores.
Muy
de mañana el bus pasó a recogernos, vamos rumbo al campo de pelota, con un poco
de nerviosismo pero listos, es nuestro encuentro, el mas importante, cada quien
con su batera llena de buenos propósitos y grandes sorpresas. Al llegar, la
gramilla y lo demás está esplendoroso, nos asignaron al dog out de la derecha
saltamos al campo a nuestras labores de calentamiento, peloteo, estiramientos
la labor de armado por parte de los entrenadores del cuadro que va participar.
Me
encuentro el segundo en la fila de los catorce peloteros, los tres entrenadores
y el representante, sobre la línea de la primera base, el calor nos hace presa
y la alegría se ve sobrepasada por los nervios. Los árbitros de riguroso
Tacache en el centro y los chicos del
otro equipo formados hacia la línea de la tercera. Se me pone la piel como
carne de gallina cuando escucho las oraciones, después de quitarme la gorra y
la coloco sobre mi pecho, entono junto a mis compañeros el bello himno de mi
Guate.
…. ¡Y en sus alas levante hasta el
cielo Guatemala tu nombre Inmortal! –
Que
emoción mas grande, me hace sentir especial, yo tan lejos poniendo en alto el
nombre de mi tierra. Saltamos al campo a jugárnosla, a demostrar que los
chapines estamos hechos de algo mas que maíz. Con el firme propósito de pintar
con letras azules como el cielo ese nombre que orgullosamente llevamos en el
pecho.
Llegamos,
jugamos y salimos, con la frente en alto, como todos unos orgullosos campeones.
Fuimos vitoreados, aplaudidos, felicitados por los asistentes, quienes
reconocieron en nuestro equipo, el coraje y el orgullo.
De
vuelta en suelo patrio. Lejos de los resultados, nuestros amigos, compañeros,
padres de familia y fanáticos, se acercaron a recibirnos, a recibirnos como
Campeones. Saben se me salieron las lágrimas, cuando un pequeños grupo de
aficionados nos animaron en la bienvenida y nos dieron una muestra de cariño,
al reconocer nuestro esfuerzo.
--- Y Guatemala, allí! Y Guatemala Allí!---
Alli, Alli, Alli
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