miércoles, 7 de agosto de 2013

CRONOLOGIA DE UN CAMPEON



          Ya papá se encontraba en la sala de la casa con un periódico en la mano, alertándome sobre la hora, aun cuando me asomé con el uniforme puesto al salir de mi cuarto, mamá se acurrucó frente a mi, me levantó la pierna y con el zapato terminó de amarrar la moña de la cinta que me lo apretó. ¡Listo!, con mi guate de cuero en la mano y mi bate de béisbol bajo el brazo, me plante en la puerta del auto para que me hicieran espacio.
          Me hice el listado mental de las cosas que llevaba, mi gorra, mi sudadera, mi equipo etc. ¡YA!, además la bolsita de plástico que siempre me ponen, con un pan y una botella de jugo o gaseosa.
          Ya en el campo estaban mis compañeritos, todos vestidos iguales, haciéndole rueda al profesor, quien explicaba las estrategias, pero lo que era importante, era ir a dar unas carreras de calentamiento previas a que nos colocáramos el guante y se nos repartieran las pelotas para el aflojar el brazo, estábamos preparados, se nos había explicado nuestros puestos desde los entrenamientos desde unas semanas previas, hoy era el día de poner en práctica lo aprendido, todas esas tarde de la semana, algunos con viento y hasta llovizna, después de terminadas las clases.
          Se nos dio a conocer el listado y de las posiciones, el orden del bateo, en forma ordenada se nos hizo sentarnos en las banquitas de cemento dentro del cuarto llamado dog out. Uno a uno con nuestro respectivo casco en lugar de la gorrita se nos llamó para pasar al frente, eso si la orden era que había que meterse la camisa y estar bien planchaditos antes de pasar a pararse a batear en el home.
          Me encontraba de pie enfrente del cuadrilátero blanco, un señor de vestido oscuro con casco y máscara era el que daba las ordenes, frente a él, otro chico, con su indumentaria de catcher, peto, casco con máscara, se encuclillaba a la par mía con un guante redondo en la mano y le hacía señas al otro.
          Unos metros frente al grupo, encaramado en una lomita otro chico lanzaba la pelotita blanca rumbo hacia donde yo me encontraba. La veía venir y realmente me temblaban las canillas, estaba petrificado, el sudor me recorría la espalda y a veces me manchaba la frente. ¡Guau!, esa si me pasó cerca y el señor Umpire gritó Strike. El manager se me acercó y me dio instrucciones de última hora, vamos adelante como en los entrenos, decía, si así es decidido entonces, la próxima no la dejo pasar, le pego o me poncho. Con las piolas destempladas regreso hasta mi banca, arrastrando el bate, con la idea de que en el siguiente turno voy a estar mejor. Una lágrima se me escapó de la cólera por no haber podido sacudirla.
          Vamos llegando ya al final de la temporada, han pasado tantas cosas que solo las da el tiempo y la experiencia, hoy estoy ya vestido con mi uniforme, frente al cuarto de mis padres, urgiendo que mi viejo se levante, ya tengo lista mi batera en el asiento de atrás del auto, reviso, no me falta nada, la concha, toc!, toc!, en su sitio, no me dejan jugar si no la llevo.
          Por fin estamos en el campo ya el parqueo está repleto y yo salto al campo con toda mi indumentaria, ya algunos se encuentran en la fase de calentamiento. Hacemos la calistenia necesaria bajo las órdenes del entrenador y la fase del entrenamiento de lanzarnos las bolas. Es un día importante para mí, estamos en play off y  el coach me entregó la bola, voy a ser el lanzador, hoy es cuando, junto a otro compañero nos incorporamos al campo hace ya dos años y ahora vamos a demostrar lo que hemos aprendido.
          Como en fila india han pasado los contrincantes ante mi presencia, he ponchado algunos, otros me han bateado, algo que mis compañeros se han encargado, colaborando con el fin de ponerles out en las bases. El temor se ha disipado tanto en el fildeo como cuando llego a la batería y es la seguridad que da la práctica, ahora ya casi no me poncho y aspiro ha romper en un batazo la de cuero o sacarla del campo es mi meta.
          Las jugadas en el campo cada vez más vistosas, se hacen menos difíciles y de mis amigos peloteros como han mejorado, funcionan bien en sus respectivas posiciones. Ya jugamos con señas se nos premia con aplausos por la buena actuación tanto en el fildéo como cuando bateamos.
          Nos ganamos la ida hacia un restaurante de comida rápida para celebrar,  después de tanto esfuerzo ganamos el campeonato, que alegría, pero no les vamos a quitar su merito a los papás, se portaron a la altura con las porras, vieran como es de importante escuchar hasta fondo, entre tambores y pitos, la voz de alguien que grita: ¡Ese es mijo!, seguro mi compañero sabe de quien se trata, pues conoce la voz de su padre. Y eso hace que uno le ponga mas ganas.
          Finalicé un ciclo mas de este bendito beis bol, un año mas de felicidad y aprovechamiento, al llegar a casa mi padre está en la sala, no mas me ve entrar me llama, haciéndome señales con la mano, tiene un sobre en las manos. ¿Qué hice?, bueno no le veo cara de enojado, dejo tirado todo mi equipaje, mochila, libros etc. Y me paro frente a él en espera de lo peor. Me mira de frente a los ojos y eso me hace temer de lo peor, luego saca la nota del sobre y me lee.
          Un grito de felicidad se deja escuchar en todas la casa, mi madre abandona sus que aceres doméstico y corre a mi lado, a ver lo sucedido.
          ¡YES!, que representa un grito de batalla, la nota dice que he sido convocado para la pre-selección de mi categoría, vaya si no es bueno, me siento muy contento. Mi padre atinadamente me platica de la responsabilidad y del sacrificio que eso significa. Pero yo, estoy emocionado, eso quiere decir que si hago bien las cosas  me quedo en el equipo, voy a representar a mi Guatemala.
          Llegamos, siempre en tiempo, con mi padre, él se quedó en las gradas, con los grandes, allí donde les darán unas charlas. En la gramilla hay bastantes peloteros de tres categorías, los de la pre, los mas pequeños, es donde me toca, allí están algunos de mis compañeros esperando que los encargados nos convoque para iniciar las pruebas, no sabemos de que se trata pero es como un entrenamiento.
          No fue nada del otro mundo, nos hicieron pruebas de correr, de cómo fildear, bateo y nos agruparon por posición, todos quería estar allí, como pichers, solo unos poquitos se quedaron como de jardineros, bien después de que anotaron un montón de cosas en unos papeles, nos sentaron en la grama y nos dijeron que a través de nuestros entrenadores nos iban a informar si estábamos entre los escogidos para pertenecer a los grupos que se iban a convocar para los entrenamientos  a partir de la fecha. Estoy algo nervioso para ver el resultado de esto, pero según comentaron nos quedamos la mayoría, pues hasta después del primer mes de entrenamiento van a realizar los recortes.
          Los entrenamientos han sido duros, llego cansadísimo a casa, después de un buen baño, tengo que hacer fuerza pues tampoco tengo que dejar los estudios. Gracias a mis papas no falto a las prácticas, tres veces por semana y bueno porque a mi también me gusta, han de creer que he aprendido bastante, como despegarme y corren entre bases, ¡JA! A veces nos sacan el jugo con las tandas de la bateada. Saben ya pronto vamos a tener un juego de fogueo y vamos a ver como estamos, después de estos vendrán los recortes, actualmente somos como 30 y ya al final 14 van a ser los que se queden.
          Es una algarabía, carreras por todos lados, visita a la agencia de viajes, de paso a la embajada y otros tantos lugares como la medida y la entrega de los uniformes, se ven chileros, todos tienen los colores nacionales y una G en el pecho, igual que la gorra. En la espalda llevo pintado orgullosamente mi apellido, hoy por la noche nos llevan a las oficina de la federación y después de unos cuantos discursos, nos hacen pasar bajo mi bandera, todo el mundo está allí, con las fotos y lo demás. El viaje es en unos días.
          Recibimos unas playeras que nos identifican, el flamante equipo de beis bol de Guatemala, es la que usamos para el viaje, bien uniformados y cada quien con su maleta, recibiendo las instrucciones de sus respectivos papás, un par de persignadas y otras tantas recomendaciones de ¡Ay se me porta bien!. Guarde bien su dinero y no lo mal gaste. Algunos viajan con su papá, pero todos, digo todos con aquella ilusión de la aventura, la idea de quedar bien y demostrar porque estábamos allí.
          Recibidos con toda pompa, nos llevaron al lugar donde íbamos a pasar los siguientes ocho días, bajo la mirada de los encargados, el cuidado de los entrenadores y representantes. Donde dormíamos, nos daban de comer y relajeabamos un poco.   
          Día de fiesta la inauguración del torneo, desfile, banderas y fiesta, uniformes de todos los colores que uno se imagina, todos bien planchaditos y con una sonrisa en los labios saludando a los asistentes en las gradas del estadio. Allá en el fondo del campo hondean las 10 banderas de los participantes y alli esta la azul, blanco y azul, la mía, la de mis amores.
          Muy de mañana el bus pasó a recogernos, vamos rumbo al campo de pelota, con un poco de nerviosismo pero listos, es nuestro encuentro, el mas importante, cada quien con su batera llena de buenos propósitos y grandes sorpresas. Al llegar, la gramilla y lo demás está esplendoroso, nos asignaron al dog out de la derecha saltamos al campo a nuestras labores de calentamiento, peloteo, estiramientos la labor de armado por parte de los entrenadores del cuadro que va participar.
          Me encuentro el segundo en la fila de los catorce peloteros, los tres entrenadores y el representante, sobre la línea de la primera base, el calor nos hace presa y la alegría se ve sobrepasada por los nervios. Los árbitros de riguroso Tacache en el centro y  los chicos del otro equipo formados hacia la línea de la tercera. Se me pone la piel como carne de gallina cuando escucho las oraciones, después de quitarme la gorra y la coloco sobre mi pecho, entono junto a mis compañeros el bello himno de mi Guate.
…. ¡Y en sus alas levante hasta el cielo Guatemala tu nombre Inmortal! –
          Que emoción mas grande, me hace sentir especial, yo tan lejos poniendo en alto el nombre de mi tierra. Saltamos al campo a jugárnosla, a demostrar que los chapines estamos hechos de algo mas que maíz. Con el firme propósito de pintar con letras azules como el cielo ese nombre que orgullosamente llevamos en el pecho.
          Llegamos, jugamos y salimos, con la frente en alto, como todos unos orgullosos campeones. Fuimos vitoreados, aplaudidos, felicitados por los asistentes, quienes reconocieron en nuestro equipo, el coraje y el orgullo.
          De vuelta en suelo patrio. Lejos de los resultados, nuestros amigos, compañeros, padres de familia y fanáticos, se acercaron a recibirnos, a recibirnos como Campeones. Saben se me salieron las lágrimas, cuando un pequeños grupo de aficionados nos animaron en la bienvenida y nos dieron una muestra de cariño, al reconocer nuestro esfuerzo.
 --- Y Guatemala, allí! Y Guatemala Allí!--- Alli, Alli, Alli


         

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