sábado, 31 de agosto de 2013

LA MASCARA DE JADE



          Abriéndose paso a través de los matorrales, que lloran de húmedos por las gotas de rocío, luego se sacuden al paso de la expedición. Los sonidos de la selva se hacen evidentes, en el eco de sabanas que se extienden a lo largo de las cálidas planicies, las sombras ocasionales de las nubes que raudas se trasladan de sur a norte, dejando espacios de sombra, donde se agachan a la orilla de las  bananeras que con sus frutos amarillo verdes, se muestran elegantes en la entrada de los bosques.
          Varios hombres circulan en fila india en búsqueda de los zanjones donde crece la pimienta gorda, en pos de las manadas de coches de monte, que pastan escondidos en la espesura de las arboledas, que los guiarán hacia las hondonadas donde crecen los monumentos de piedra, que olvidados se recuestan en llanuras cubiertas de maleza, tierra barrosa que da origen a las decadentes plazas de los antiguos. Donde las guacamayas que se alocan en griterío se inquietan al saludar al cielo y se tornan ángeles en la ramas de los chico zapote, que se yerguen como gigantes defensores de las ciudadelas.
          La travesía se ha hecho interminable, el calor ha producido desasosiego, aunado a las bandas de mosquitos que se empecinan en hacer no confortable la trayectoria. Las aguadas se han principiado a secar y el lodo de sus orillas se endurece en barro, dejando la mortandad de peces que aun brincan acalorados por la falta de su  líquido; las manadas de saraguates han empezado a huir hacia las altas montañas, buscando las agradables sombras de las hojas, para escaparse del tórrido verano.
          El grupo hace una estación al llegar al sitio escogido, final de su último trecho de a pie como faena de ese día,  se han asentando un pequeño campamento en la parte mas fresca entre el arbolario y la palazón, donde está la única laguneta que parece estar limpia, intocable por el sol. La fogata instalada en el centro muestra su ubicación con un hilo de humo que se escapa entre la copa de los cedros, señales de asentamiento de un campamento donde los hombres hacen reposo hasta el punto de poder continuar con la aventura al final de la tarde.
          Después de levantadas las champas del campamento, una parte del grupo, se hace al camino de infantería por los surcos de un antiguo camino que los conduce hasta el corazón selvático, localizado en la región poco explorada de los bosques.
          Los guías, encabezando la partida llevan la consigna de encontrar los vestigios del milenario sitio de Cival, ciudad de cultura inmensa, que se esconde entre las ensenadas y nacimientos de los ríos, a un par de kilómetros dentro de la espesa llanura, pasando por zanjones. Allí se encuentran los muros de piedra labrada, rodeando una ciudadela que se adorna de monolitos con caras esculpidas que señalan los alrededores de la jardinería de los bajos de las pirámides, campos en cuya planicie surgen un grupo de montículos que se apostan arquitectónicamente alrededor de un claro rectangular, en cuyo centro hay una piedra plana circular que apenas se asoma como el centro de una plaza.
          La vegetación ha crecido por los alrededores y ocultan los rasgos de las pirámides, cuyos grifos resaltan la belleza de las esculturas que se muestran imponentes, en cada una de las estructuras. Bajo este ardiente manto solar se reposan las milenarias construcciones de la región, cuyo conjunto de sonidos de selva se hacen sinfonía, mostrando la grandeza de la olvidada plaza.
          La destrucción hace presencia por la actividad de los depredadores, que han destruido estelas, donde han hecho excavaciones desordenadas en búsqueda de objetos de valor, corroyendo lo inmaculado de las estructuras, en las bases de las plazas y las estilizadas escalinatas.
          Ernesto, dirige la expedición, limpia con sus manos el borde superior de una las piedra, de su maleta de cuero que lleva consigo colgada al cuello, saca una libreta de apuntes, se acomoda los anteojos y revisa cuidadosamente las notas, revisando cuidadosamente las muestras de los jeroglíficos que marcan uno de los esquineros del montículo principal. Haciendo sus medidas y señalando con los instrumento, ensarta una estaca, donde escarba en la tierra, movilizando los trozos de grama, hasta encontrar una parte sólida que no lo deja continuar.
          Una loza de regular tamaño es encontrada, se raspa la tierra y muestra con todo cuidado los bordes, que son limpiados para removerlos, haciendo palanca hasta lograr levantarla. Lo que deja ver un espacio, donde corre un pequeño caudal de agua, como una alcantarilla.
          En medio de la oscuridad de la noche, los gruñidos de los gatos grandes que asustan a las manadas de los dantos, que en oficiosa carrera hacen temblar la tierra, en pos de ponerse a salvo de sus depredadores. El tronido de la leña, que se extingue entre los chiriviscos que hacen la luz de las llamas se empiece a extinguir por falta de leña. Los expedicionarios se acomodan a su alrededor, el fuego les ayuda a evitar los insectos y a los animales que merodean el sitio. En una de las tiendas de campaña, en cuyo interior permanece encendida una lámpara, se deja veer a través de las sombras, Ernesto sentado en un tronco frente a una mesa de trabajo, procede a cotejar los hallazgos de sus notas, estirando con las manos un pedazo de papel donde se encuentra dibujado mapa, un croquis que señala la posición y señalamiento de una estructura de un portal de ingreso al interior de la pirámide. Mal humorado y confundido, se recuesta sobre el catre donde su imaginación le hace volar hacia el infinito, sin resolver el acertijo, el cansancio le vence hasta quedar profundamente dormido.
          Las noticias del alba se dan en iniciativa, al levantarse el vaho de la humedad y la coronación de los rayos del sol que se despiertan en el bullicio de la selva la que se torna en una canción de pájaros y gritos que hacen que el grupo se despierte. El fuego ha sido avivado y la olla del café reverberea junto a las brazas, donde los canutos de leña se acuñan para tostar unas cuantas tortillas embadurnadas de frijol para el desayuno.
          El jefe de la expedición ha regresado hasta el punto donde levantaron la loza, usando una larga vara, uno de los hombres trata de hacer palanca sobre el agujero para hacer mas grande la entrada, sin conseguirlo al hacer presión esta truena se raja y luego es retirada. Una piedra cae al fondo del agujero y da un sonido hueco, lo que obliga a los exploradores a insistir en forzar haciendo presión sobre el fondo con los restos del varejón. Algo se mueve, el piso cede a la presión un gran estruendo se escucha en el cuerpo de la escalinata, donde se produce un deslizamiento, se movilizan unas rocas, dejando visible un espacio de entrada en un plano inclinado, como una catacumba, donde se respira humedad, corren pequeños restos de liquido que provienen de la parte superior, con dirección a un espacio donde se escucha el goteo de las aguas.
          Una antorcha es encendida para dar cuenta que han llegado al centro de una cámara, allí se encuentra imponente la figura del Gran dios Tzultacá que sobresale de una de las paredes, con la serpiente alada a sus pies, muestra sus manos a la altura del pecho sosteniendo con sus palmas hacia arriba, un báculo de piedra.
          En las paredes de los alrededores hay jeroglíficos y lienzos pintados donde se relata la parte de la conquista del lugar, las muestras de la historia política de La Corona, donde las alianzas matrimoniales hegemónicas por el poder femenino. Una de tres princesas que se hace ascender al trono después de unirse a uno de los príncipes del Reino Khan, para la formación de una nueva raza, pinturas enormes que representan al cielo con un manto de cuentas de jade azul oscuro. El inframundo donde la muerte da cuenta de los enemigos representados por el castigo de sacrificios humanos por haber osado perturbar al dios en la usurpación por robo de su mayor tesoro, la máscara del poderoso padre del maíz.
          La máscara de Jade la de los tres colores, que guarda en su interior todos los poderes de la naturaleza, en manos de la divinidad que todo lo puede, para los puros de corazón, como la luz de la creación. Castigo y condenación por fuego de la muerte para los malvados, los infieles sacerdotes que han osaron abusar del poder para elevar a dioses menores, mitad humanos.
          Agapito, uno de los asistentes, estalla en locura, se ensaña llenando sus ojos de lujuria, se apodera de la libreta de anotaciones de su jefe, influenciado por las leyendas, del instrumento de poder que se resguarda en ese templo la intriga y el ansia de poder hace que actúe fuera de si. La lujuria mezclada con la soberbia le hace actuar por lo grande y valioso que puede ser la tenencia de la famosa máscara.
          Con toda clase de artimañas se logra introducir en el portal, hasta llegar al fondo donde se encuentra Ernesto, por la espalda le asesta un golpe en la cabeza, dejándolo sin sentido, penetra hasta el altar del gran dios y luego de retirar el báculo en las manos, el movimiento de las piedras hace que las mismas se levanten por la falta de peso mostrando a través de una abertura en el centro  del pecho de Tzultacá un pequeño altar donde se encuentra colocada la máscara, la toma y escapa de la cámara.
          La ira de los dioses se manifiesta en toda la región, los nubarrones negros se han apoderado de los cielos y la tormenta se cierne abundante sobre la ciudadela. Los truenos como gritos de protesta se encienden tras los relámpagos, que estallan en forma de rayos que inundan la sabana.
          El ladrón huye despavorido en medio de la hecatombe, envolviendo en sus brazos un costal de manta donde lleva el tesoro, retoza en la carrera al perderse en el camino de regreso, las ráfagas de viento lo empujan cayendo en los agujeros que se forman a su paso, estos enajenan su mente la intensa luz de los rayos le da un tinte de agonía a su rostro. Salta, huyendo de las sombras los espíritus le acechan. Como enormes fauces de los místicos animales que le dan agónicos suspiros. Lenguas de fuego, con nubes espesas se interponen en su carrera, los reflejos de los rayos siembran pánico al ante sus ojos cuando escalofriantes sombras salen a su encuentro, brotando desde el vaho. Tropieza, cayendo abatido por un golpe de una rama, que encuentra en su camino y rebota sobre su cabeza.
          Después de una ardua búsqueda los hombres de Ernesto lo llevan al campamento, donde aun vivo, con los ojos desorbitados muestra sus facciones desfiguradas por el miedo, aferrado a su estigma, no permite que le quiten la máscara, cae rígido al suelo, convulsiona, sacudiendo sus que presenta en los brazos. Su actitud de enajenación mental y el temblor fino de cuerpo le hacen mostrar como un ser poseído.
          Perdido en su pensamiento e impulsado por un poder maligno se arroja a caminar tambaleante rumbo al sitio dentro de la cámara de donde obtuvo la máscara, el grupo le sigue, cerca de la entrada es tirado al suelo por el demonio que lo posee, inducido por fuerzas externas, recogen la prenda, poco a poco y con mucha resistencia de sus brazos le es colocada sobre la cabeza. En ese momento, cae un rayo sobre él, produciendo una gran bola de fuego, sufriendo una transformación, el cuerpo se llena de escamas, convirtiéndose en una serpiente que se retuerce agónicamente que se desploma en la entrada del templo. Un espíritu se levanta del cadáver. Cuyo despojos se dirige al interior de la cámara, como humo asciende hasta el altar, transformándose en un monolito acurrucado con la cara de Agapito. En ese momento arena cae desde el techo, el espacio se cierra y el báculo se restablece sobre las manos del dios. Del interior del lugar, empieza a brotar agua que inunda el espacio, hasta formar una pileta de agua azul. Los reflejos del jade le dan un aspecto de brillantes, los espacios solidamente se cierran a la vista de los exploradores. Tan solo un espacio como una ventana permite ver desde las afueras la pileta de agua hasta  dejar sellada la entrada de la pirámide.
          La máscara quedó allí, aun rodeada del miedo de los hombre, Ernesto la toma, con todo cuidado la coloca en dentro de un recipiente, donde la transporta hasta llegar al campamento.
          Varios meses después en la sala de un teatro, ilustrando la expedición, El diligente explorador relata la aventura desde un escenario preparado para el efecto. De una caja labrada con retoques metálicos, extrae la máscara, para mostrarla al final de la conferencia. Las luces se apagan y un reflector señala al centro del escenario, donde con efectos especiales de humo blanco, donde enciende una corona de fuego alrededor de él. Exalta a grandes voces la significancia del hallazgo.  Como un acto de magia, presenta el punto culminante de la exposición. Tras una fanfarrea, Ernesto se coloca la máscara, se escucha un trueno y todo se torna oscuridad…
  

  




viernes, 23 de agosto de 2013

ESTA VIVO...!



          El acantilado se yergue imponente y a la distancia se dibuja las arboledas, que vibran en medio de la neblina la que se entrelaza con la música de los loros que despliegan con sus gritos bullangueros al rebotar con el eco de las verdes montañas.
          Los bosques milenarios que se desperezan, tras el frío de la mañana en el ronroneo de los rayos de sol que tímidamente se dejan ver por las crestas del oriente. Las caídas de agua, que en borbotones se despiertan en forma de cascadas, acompañan la concertina que viene del nacimiento de las aguas que corren, se precipitan desde las entrañas de los cerros hasta caer en las vena que se conduce en forma de ríos, hasta los manantiales que se esparcen en la fértil tierra, al desplazarse alocadamente sobre los campos.
          Allí se forman las lagunetas que guardan la quietud en reposo, donde a través de diques retienen el líquido, para luego hacerlo correr en canales de regadillos hacia el resto de la planicie.
          Una yunta de bueyes se hace a la tarea de rasgar la tierra con el filo de un arado, que hábilmente es dirigido por un campesino, mientras los sanates prestos se agrupan en los terrones de lo ya removido para buscar gusanos expuestos con hecha de los surcos. Bajo el sombrero el hombre, suda su labor y detiene su paso para ingerir de su tecomate un sorbo de agua.
El galope de un caballo se escucha en el camino que divide las parcelas, un muchacho socándole los hijares cabalga a pelo, se acerca hasta él, descendiendo al pedalazo.
--- Papá……, papá, se llevaron a mi mama al centro de salud, dicen que ya le toca…
          Sin chistar palabra se encarama en el corcel y dejando a cargo de sus labores al muchacho, se dirige en plena carrera hasta las angostas veredas que lo conducen hasta el pueblo, recorre la calle empedrada que lleva de la escuela hasta el servicio de salud, donde se apea de un brinco. Se abre campo en la fila de enfermos que hacen espera en la salita de afuera, en la puerta de una clínica le hace alto, la enfermera, quien lo calma.
---Leonardo… todo va a salir bien, la comadrona y el doctor están allí adentro, su mujer esta a punto de dar a luz…siéntese tranquilo todo va a salir bien.---
          El hombre hecho un manojo de nervios se sienta en una de las bancas, se quita el sombrero y se agarra las manos. Ya ni que fuera el primero, es el quinto, piensa, luego se levanta y se sale del recinto, el piso deja la muestra de terrones de tierra que marcan las huellas de las botas de hule, sale a la calle, donde el semoviente se ha alejado unos cuantos metros de allí y arranca un poco de monte de las aceras, toma el lazo que le sirve de bozal y lo amarra en una de los palos de la cerca.
          En el interior de la clínica, la mujer da de alaridos y jadea a mas no poder.
---Puje mija --- indica la comadrona--- parejo, cuando venga el dolor puje todo lo que pueda y no lo corte.
          Las venas de la garganta se hacen prominentes al esfuerzo, la cara rubicunda le marca los cachetes, cierra los ojos mientras levanta levemente la cabeza para ayudarse al esfuerzo.
--- Un poco mas, en el próximo pujido sale…
          Tomada de las agarraderas de la camilla se encorva y ejecuta el mayor esfuerzo, que la hace gritar de fuerza.
--- Ya sale, vamos una empujón mas.---
          Pierde la conciencia y el bebe es halado por los que la asisten, cubierto de sangre y una sustancia verde, el cordón le es cortado y es envuelto en unas cobijas.
--- No llora, es niño, vamos golpéenle las nalguitas, para que responda.
El está flácido, colgado de las manos de la señora deja caer inerte los brazos a la par de su cabeza, es colocado sobre una cuna donde el médico le da respiración asistida, le coloca el estetoscopio y su corazón late, débil y un poco lento pero camina, lo toma nuevamente de los pies y lo levanta dándole unas cuantas nalgadas, un reflejo se deja ver donde hace gesticulación de insinuar un llanto, le limpia la boca con la perilla y extrae una cuantas flemas , el bebe entonces tose y empieza a dar unas cuantas inspiraciones, trata de encoger sus piernas y moviliza sus bracitos.
--- Gracias a Dios --- implora el galeno, ---haber cubrámonoslo y pongámosle una de las lámparas para darle calor.
--- Que bueno doctor, ya se puso rosadito, es un milagro no cree?--- insinúa la comadrona.
--- Si que bueno que se le iluminó en trae a la señora hasta aquí, en la casa no se que le hubiese pasado.
          Todo ha vuelto a la calma. El médico sale al corredor del centro en búsqueda de Leonardo, quien se encuentra en la calle de enfrente, fumando un cigarrillo, lo llama y lo lleva hasta el cuartito donde se encuentra la parturienta.
--- Allí están, su mujer y su hijo. Sabe que este chiquitín nos dio que hacer, no quería respirar, pero a Dios gracias lo hizo y se recuperó, ahora está bien.—
--- Pero ESTA VIVO, doctor.---
--- Claro que si, está vivito. La señora esta un poco débil, perdió mucha sangre pero le vamos a terminar unos sueros y la comadrona le dará unos atolitos para que se reponga, la vamos a dejar un día aquí hospitalizada para que se reponga y quizás mañana ya la pueda llevar a la casa.
          Leonardo se acerca y le levanta la mantilla que le cubre el rostro.
---Este pendejo si que se parece a la nana.---
          La madre, dentro de sus debilidad sonríe del piropo que le ha dicho su marido.
          Allá en el rancho a la orilla del acantilado, el jolgorio es de la familia, donde se dibuja detrás de la arboleda, el humo de la fogata que se escapa por el tejado, con el fuego que salpica en chispas que se dejan ver desde las afueras a través de las tablas de lepa que cubren las paredes. El complemento del escenario es el concierto de pájaros que se hacen acompañar con  el llanto de un niño recién nacido que se escucha a la distancia.
          Los hermanos rodean a la madre y contemplan al hermano que cubierto por un montón de chamarras duerme plácidamente, después de haber degustado una amamantada. La hermana mayor se acerca con un bodoque de masa de maíz, para echarla en el comal, son las tortillas de la cena.  En la mesa de madera en el corredor del rancho ya se encuentra la olla de frijoles negros, un plato con un cuarterón de queso y una suculenta jarrilla de café. Solo en espera de Leonardo con su otro hijo, que regresen del campo donde ya terminaron el arado de la parcela.
          La madre se levanta y con el recién nacido envuelto en el perraje se acula con su marido y sus otros cuatro hijos alrededor de la mesa, para darle gracias al creador por el trabajo, los alimentos y la venida del angelito.
--- Por cierto --- le pregunta a su marido --- no averiguaste como se llama el doctor, vieras que fino se portó conmigo y de pronto le ponemos ese nombre al patojito. Te parece?...
          La luna como un plato de plata se enseña por el acantilado, luz que dirige el paisaje, que se cierne como una sábana que cae por los potreros y el patio de la casuchita, alumbrando el advenimiento de un niño.

miércoles, 21 de agosto de 2013

EL HUMO DEL TABACO



          Noche límpida sin nubes en el firmamento, la luna en todo su esplendor se refleja hermosa en las aguas quietas de la laguna, los sapos en su concertina de la orilla se dejan escapar en gimnásticos saltos, para atrapar su comida. En los senderos que desembocan en la orilla se arrastran los animales que con toda delicadeza se muestran para usar de abrevadero la playa. Las grullas se desplazan por los aires para picotear el agua, en búsqueda de algún despistado pececito que ronda en las tibias aguas.
          La manada de tepezcuintles alertan sus orejas y agudizan su olfato al presentir la presencia de los cazadores que se arriesgan a penetrar por los espesos bosques. Alguien protesta y se escucha el sopapo en la piel que elimina un bicho que recurre a sus piquetes para agenciarse de alimento, las nubes de los zancudos deambulan por todos lados mientras un par excursionistas marchan con sus mochilas al hombros, machete en mano se abren camino a través de los matorrales.
          Ambos se detienen para reorientarse, han marchado en círculos y no encuentran el camino, uno de ellos se recuesta sobre un tronco para hacer una pausa, mientras resoplan los albores del cansancio. Lo entrado de la noche les hace continuar hasta salir a un claro en el bosque, el viento del norte les da una idea de orientación que los conduce hacia una palazón que se rodea de ramas de bambú, al pasar por una pequeña colina observan a su entorno una casa que se asemeja a una covacha que luce abandonada.
          Con las ansias de encontrar un lugar para pernoctar apresuran el paso hasta llegar a la entrada suben unas gradas, las mochilas son lanzadas al suelo, lo que hacen crujir el piso de madera, que responde por el peso. Un portal que antecede una puerta desteñida por el tiempo, ansias de descanso que les anima a somatarla para anunciarse, se insiste con el toquido pero no hay respuesta. Un empellón produce un sonido de rasgadura que hace ceder la apolillada puerta, vencida ya por lo viejo y sobrecargada sobre el peso de las desvencijadas tablas, esto les da un espacio reducido para entrar. En el fondo se ve un poco de luz de luna, que penetra a través de la ventana, eso les permite ver el salón con unos muebles cargados de polvo, una silla recostada en la pared que le falta una de las patas, las cortinas formadas de telas de araña interrumpen el paso hacia la entrada de la habitación. A pesar del silencio imperante, el viento silva en su recorrido por el interior de la casa, ráfagas que penetran por el tejado, en una de las esquinas opacada por la oscuridad se inserta una chimenea. Algunos leños apilados a su lado se  encuentran cargados de humedad, el musgo ha crecido en la cáscara del encino y los bichos han hecho su escondrijo dentro de los trozos.
          Las ramas truenan al contacto con las llamas y saltan el chisperillo de los leños que arden a regañadientes dentro del espacio, la fogata se aviva permitiendo ver mejor el interior del cuarto. Sentado en el suelo uno de los visitantes se despereza, haciéndose un espacio para recostarse, en la otra esquina está una mesa, el tronco de un árbol y asemeja parte de una cocineta donde se encuentran unas ollas colgadas en la pared, un plato de peltre, unos vasos de cristalería que reposan en un anaquel junto a un comal de un estufa de barro, con  restos de carbón y ceniza en su interior.
          Hay una puerta que da a otra habitación, donde se aventura a investigar un de los muchachos, detrás de ella se encuentra un  corredor que lleva hasta un espacio, que contiene un retrete, con una regadera, que gotea continuamente, intenta cerrar el grifo pero es imposible. El toc, toc del agua, se vuelve monótono.
          El olor a humedad y falta de ventilación le da un aspecto tórrido al espacio, mas aun cuando al acercarse se observa sobre las tablas del escusado los movimientos pausados de una asustadiza culebra que permanecía enroscada en uno de los rincones ella se desplaza hasta desaparecer a través de un agujero en el suelo. Intenta cerrar la puerta, para dirigirse hasta donde se encuentra su compañero, quien recostado con un sombrero de paja que le cubre el rostro, ocultándole los sueños de cansancio.
          El frío de la madrugada se asoma a la vez que los sonidos matinales se hacen presentes en el frondoso bosque, los pillidos de las aves que circundan la covacha, se muestran en el despertar del campo, los tibios rayos del sol paulatinamente se van escurriendo a través de los agujeros del techo. Los leños se han incinerado, los restos permanecen humeantes y con algunas brazas que se quiebran dentro de chimenea, por el cambio de temperatura.
          La casucha cruje, luego se llena de silencio, después se produce la caída de un cuadro que permanecía guindado de un clavo en la pared, el estruendo del vidrio que se hace pedazos, hace que los visitantes despierten, una extraña sensación circula por el ambiente y el extraño olor a humo de tabaco se deja sentir en la habitación. El sonido de los pasos y del peso de una persona se deja escuchar en el portal de la entrada. Esto obliga a los jóvenes a acercarse a la puerta para preveer que es lo que está pasando y en todo caso investigar los extraños sucesos que se llevan a cabo. Se acercan subverticiamente hasta la entrada...
          Abren la puerta, mostrando únicamente parte de la cabeza pero no hay nadie, alguno se anima a salir, sin observar nada, se percibe solamente el fuerte aroma a tabaco que permanece por los rincones, se percibe en la parte exterior del rancho, como que la bullanguera mañana se ha quedado muda, únicamente el zumbido de las abejas que construyen un panal en la cornisa y se dedican a viajar al interior del bosque.
          Siempre con la armonía y una ligera sensación de miedo, los jóvenes permanecen en el interior de la casucha. En el pasillo que se dirige hacia el baño hay una repisa, sobre ella hay un espejo. Joviel, con una palangana en la mano se sacude la cara y se lava el rostro frente al espejo, saca un pañuelo y se limpia el agua, restregándose los ojos, cuando de pronto al quedarse viendo fijamente al espejo, ve que por detrás de él hay un hombre, de largos bigotes y poblada barba. Grita y se voltea, sin ver a nadie. El grito alerta a su compañero que se acerca hasta el lugar. La extraña percepción se manifiesta, pero una sensación de sudoración fría le recorre el cuerpo, sin decir palabra se queda petrificado señalando hacia al espejo, sale corriendo hacia la habitación principal. Mientras su compañero no le atina a lo sucedido.
          Termina de empacar sus cosas, carga su mochila.
---Yo me voy… sabés aquí espantan --- dice
---Como vas a creer.---
          En ese instante, en el lugar donde había caído el cuadro, se escucha el sonido de alguien que tritura el vidrio al pisarlo, ambos voltean la mirada hacia el sitio, donde una etérea imagen se forma en el rincón. La imagen se hace visible.
--- Es el mismo hombre que vi en el espejo. ---
          Mientras tanto el espíritu, recoge la fotografía del cuadro y con un cigarro tipo puro, suelta una bocanada sobre los jóvenes. Es el mismo aroma fuerte del tabaco, que se esparce por la habitación. Se les acerca arrastrando un chicote en una mano derecha, con la otra les muestra la foto amarillenta, en blanco y negro de una joven mujer, levanta el papel y haciendo que un chorro de humo envuelva el espacio,  se dirige mediante un sermón que resuena elocuente con una voz del mas allá.
--- Uno de ustedes se robo a mi Gumercinda, hoy pagarán lo que hicieron, quedarán detenidos en este lugar hasta que me devuelvan a mi hija… ---
          Sin chistar palabra, la pareja de muchachos, salen despavoridos, derribando la puerta de la entrada y corriendo hasta perderse en el bosque. Al cabo de un tiempo  y mucho correr encontraron el camino y regresaron al pueblo.
          Sentados en una de las bancas del parque los dos amigos charlan y comentan la aventura que pasaron.
---Ya te pasó el susto, vos… sabes una cosa… Dicen que en verdad allí se robaron una muchacha hace mucho tiempo, que nunca la encontraron. Unos mencionan que se escapó de la casa y otros que la secuestraron. Quien sabe? Lo que si es cierto es que su papá, se volvió loco, lo encontraron muerto tiempo después, dicen que murió de pena por la pérdida de su hija.
--- Ni lo vas a creer, dicen que la muchacha vive en la capital y que jamás regresó a visitar a su padre…
--- Vos Joviel, dejame de empujar. Hacete mas para la otra esquina, que me vas a botar.---
--- Maaa… si ni siquiera estoy a la par tuya…..
          La presencia de alguien se instaló entre los dos muchachos, que les puso chinita la piel, como piel de gallina, les hizo sentir calofríos. Se miraron el uno al otro y se encontraron solos. El fuerte olor a humo de tabaco les envolvió por un instante, de un brinco  les hizo salir despavoridos en franca carrera. Ni de voltear a ver… 
         

lunes, 19 de agosto de 2013

LA VOZ DEL MAS ALLA



          Atravesó la calle, sorteando los autos hasta llegar al portón del edificio de varios pisos, entró hasta llegar al lobby donde el ascensor presto arranca. Marca el no. 3, la puerta se cierra inmediatamente y luego da un abrupto jalón hacia arriba, sube lentamente hasta el nivel apuntado, caminó unos metros a la derecha hasta encontrar el 312, donde un cartel se anunciaba “El salón del mas allá”, Madame Satara La Gitana, Espiritista.
          Tocó el timbre y en un dos por tres alguien abrió, se trataba de un hombre vestido en velos de seda y un pequeño turbante, zapatos de punta levantada que se movía y su actitud amanerada, le invitó a entrar.
--- Madame Satara le espera… pase adelante, en un momento le atiende.---
          Detrás de unas cortinas gruesas con signos del zodíaco rodeaban una mesa circular con una bola de la fortuna en el centro y con pañuelos rectangulares de diferentes colores que se encontraban dispuestos frente a cada de las sillas de madera color caoba alrededor de la mesa. Uno de los lugares era un sillón en forma de trono con colchones de terciopelo, donde una gran cortina color dorado, como el telón de un teatro caía a espaldas del respaldo.
          El humo del incienso precedió la entrada de la mujer, la gitana, que portaba una capa color negro, bordado de sedalinas de colores, la sotana le cubría hasta los antebrazos, donde portaba unas pulseras circulares, engalanadas de piedras en su mayoría rojas, un anillo metálico en cada dedo y las uñas alargadas que terminaban como pico de loro, pintadas de color blanco, le acompañaba el asistente quien abrió la puerta, él llevaba colocados sendos anteojos oscuros, después de acomodar a la dama, se sentó a su lado,  tomando posesión como su brazo derecho. En la siniestra se sentó otra dama, con una túnica celeste, con enormes colgantes en sus orejas, una peineta de carey, ella además portaba una libreta y un lapicero en sus manos. Augusto le fue indicado que se sentara frente a la madame.
          Los acordes de una música suave de violines se deslizaba por debajo de las cortinas que le daban un ambiente tenebroso al lugar. Se ordenó unirse de las manos, mientras la madame cerraba sus ojos y entraba en meditación, balbuceando quizás oraciones para si misma, pasado un momento el asistente se quedó rígido, luego se contorneó, echando su cabeza para atrás y tembló como en convulsiones.
--- Relájate… o espíritu del mas allá. Identifícate…--- dijo la dama.
          Una transformación se había efectuado, el tono de la voz se hizo aguda y luego tartamudeó.
--- ¡Soy Marielos…!, quien me busca?, las comunicaciones con los espíritus que han sido muertes por violencia se tornan difíciles.---
---Marielos --- insistió el hombre.
--- Silencio --- comandó la Madame --- déjala que se exprese. No la interrumpan.
          Un momento de tensión se vivió, el médium se levantó en el aire sobre la silla, los demás participantes se hacían de gran sorpresa de su actuación. Después de las respectivas preguntas y la historia vertida, el asistente cayó desmayado sobre la mesa, sudaba copiosamente y perdió el contacto. Casi en zopilotillo fue llevado a otra habitación, donde al estar a solas.
--- Ya basta deja ya de fingir, la actuación fue buena pero YA!---
          El asistente no recobraba el conocimiento por lo que se alteraron, le lanzaron un poco de agua sobre la cara y le dieron a oler sales aromáticas, que le hicieron reaccionar.
---Que pasó.--- dijo ---que miedo, me vi flotando entre las cortinas y mi cuerpo estaba ocupado por alguien….--- insistió --- Lo juro, nunca me había pasado esto, un desprendimiento.---
          Tanto la madame, como su otra asistente se asombraron, nunca habían tenido una experiencia tan vívida.

“Una chica corría por las aceras mojadas por una pequeña llovizna, el ruido de sus tacones redoblaban en eco por la ausencia de transeúntes, apretaba con todas sus fuerza las orejas de su cartera y volteaba a ver si alguien la seguía. El miedo reflejado en su rostro, no le hizo percatarse que al final de la calle le salió al encuentro un sujeto fornido, quien le atrapó, ella en su desesperación gritó y le lanzó un volado con la cartera, la que se revienta de una de las asas y va a caer fuera de su alcance. Arrastrada desde las espaldas es llevada hasta una furgoneta y con la ayuda de otro sujeto la introducen con lujo de fuerza en su interior, una banda de tape le es colocada sobre la boca y una bolsa de tela le cubre la cabeza. Maniatada de pies y manos, fue conminada a guardar silencio y dejar de moverse.
          El vehículo se detuvo frente al portón de un granero, donde como costal es botada y arrastrada a su interior. Sus manos son encadenadas a una estructura de tubos galvanizados y la cachucha le fue arrancada, junto a un mechón de pelo, allí se quedó semi sentada, la pintura sobre sus ojos le manchan las mejillas al mezclarse con las lágrimas.
          Allí fue dejada en medio de la oscuridad y el silencio de la noche…

          En el interior de una elegante residencia varias personas comentan el asunto, después de haber recibido una llamada telefónica, donde además de comunicarles el secuestro de la chica, les amenazan en no hacer ninguna comunicación a la autoridad, so pena de hacerle daño. Augusto se toma la cabeza y se lamenta de lo sucedido.
---500,000 pesos.--- mira  al cielo y suspira.--- de donde voy a sacar ese dinero?---
          La madre de la joven se asoma en la entrada de salón y corre despavorida a lanzarse en brazos de su esposo, donde estalla en llanto. En ese momento el timbre de la residencia suena las campanas, un paquete es entregado a la empleada de servicio, quien lo lleva inmediatamente hasta los patrones.
          Una caja?, la curiosidad le hace una mala pasada, rompen los cartones de una empresa de correos: envuelto en unas hojas con líneas, el mechón de pelo castaño claro se expone y un grito de la madre se deja escuchar en instante.
--- Mi nena…. --- se suelta a llorar amargamente.
          Las comunicaciones y la negociación se inicia, con la violencia de los insultos y amenazas, el estira y encoge, alrededor de las cifras del monto de dinero del rescate, pero aun no se llega a un acuerdo. La tensión ha ido en crecimiento y la desesperación de la familia se patentiza en angustias y en la sensación de impotencia del trato. Han pasado 24 horas si tener una nueva comunicación, tras la última en la que no se consiguió acuerdo, la plática se cortó abruptamente al no conseguir una aceptación.
          El silencio y el paso de las horas se convierten en el suplicio mas grande, el temor de que se hayan tomado por cumplidas las amenazas se vuelven un martirio.
          Al fin se llegó a un acuerdo en las cifras, se siguen las instrucciones y las acciones necesarias para la entrega del dinero, bajo estrictas medidas de seguridad.
          Son las ocho de la noche, el auto de Augusto se acerca hasta un pequeño parque en el norte de la ciudad, apaga las luces y se estaciona en una de las orillas, desciende del auto y se dirige hasta una de las bancas, una bolsa plástica es dejada en la canasta de metal que sirve para recoger la basura. Abandona el lugar sigilosamente y se dirige a su casa a esperar la comunicación de la parte del trato. 
          Y se olvidó el incidente, van mas de dos meses que el rescate fue pagado y ella se encuentra ausente, quizás perdida y mas probablemente muerta. La familia a recorrido hospitales, morgues, todo en vano, las instituciones de derechos humanos, asociaciones de familiares de desaparecidos…
          Augusto sale del edificio, con una leve luz de esperanza, esta ha sido la segunda sesión con Madame Satara, La comunicación había sido establecida en la presentación del espíritu, tras una breve locución y las informaciones recabadas a través del médium parecían acertadas, ajustadas a ciertos eventos acaecidos en el período. Se había presentado de nuevo Marielos, quien dio las señales de su paradero, reclama estar encerrada dentro de una cripta, marcada con una cruz rayada sobre una tumba en un cementerio de un poblado cercano a la ciudad.
          Las autoridades son alertadas de la situación y recibiendo las instrucciones,  de la localización del lugar, el padre, junto a un fiscal y la policía, se han presentado hasta el pequeño cementerio del poblado. Un tiempo antes en ese lugar se dieron varios saqueos de tumbas, que se investigaron muy superficialmente por las autoridades, en el espacio indicado había un lotes de nichos populares que constantemente se renovaban, allí está el espacio donde el agujero fue sellada nuevamente, la marca de una cruz, rayada por clavos. El fiscal de la orden y un albañil procede a destaparla.
          El macabro hallazgo, allí se encontró un cadáver, envuelto en bolsas plásticas, lo descubren y la familia identifica a la joven Marielos, el padre cae hincado a tierra y descarga su llanto que le oprime el alma. Levanta sus ojos al cielo para darle gracias al creador por el hallazgo, en la parte alta de la cuadra de los nichos, un espíritu de una chica aparece y se desvanece en el aire luego de dar las gracias.   

martes, 13 de agosto de 2013

LOS AULLIDOS DE LA NOCHE



          El aullido de lobos se hacía eco en el fondo de las montañas, el sereno hacía un manto en la quisquillosa luna que apenas se asomaba en el horizonte. Viento del norte se escurría por las veredas, en larga carrera anunciando los oleajes de frío, que a pasos agigantados se posaba sobre el caserío fincado en la planicie de una joya.
          El puente de piedra que se extiende sobre una corriente de agua que lentamente se mueve silenciosa serpenteándose entre las piedras, los bancos de musgo le dan cause en los zanjones hasta formar leves caídas que salpican las hojas de quequeshque prendidas en las playas formando espectrales sombras que se reflejaban en el remanso de las pozas.
          Una canoa se desliza junto a la corriente, va dejando una línea que dibuja de la punta, hasta dejar ondas que se hace tumbos hacia la orilla, es guiada por un sujeto de sombrero de paja, con una vara en la mano, esta le impide golpearse contra las rocas y le ayuda a conducirse entre los troncos que se humedecen en los vados. Los pájaros nocturnos se dispersan volando en columpios y mojándose el pecho en afán de pescadores, mientras alardean con sus gritos, anunciando cuando viaja rumbo a sus nidos.
          El alarmante gruñido de animal grande, espanta en el interior de los parajes, las parvadas alebrestadas vuelan en círculos antes de posarse en las copas de los mas grandes árboles, el ruido de los animales que corren despavoridos entre las hojarascas arrastrándose entre los arbustos, para ponerse fuera del alcance del depredador. Los zancudos circulan por los matochos, donde buscan prestos  a quien hacer víctima de los piquetes
          El palo seco, se sacude estrepitosamente, mientras las gallinas en alarmante alharaca se lanzan en sus cortos vuelos, donde se ven desplumadas en el aire, dando cara vuelta al caer como sapotes en el suelo. Huyen en todas direcciones, detrás de los zarpasos que les arremangan el polvo del pellejo, mientras corren para esconderse del peligro, algunas han caído convertidas en bocado  
          Del rancho sale un hombre con una escopeta en mano le hace frente a lo desconocido, el reflejo de una fogata con algunos leños ardiendo le muestran frente a su sombra, la presencia de un par de  ojos color amarillos que se escudan detrás de las hojas del plátano, junto al esperpento que hacen los animales que huyen un ronroneo sordo se escucha en esa dirección, allí  hacia donde cundido por el temor y sacudiéndose de puro temblor de miedo el campesino alarga su arma, sin pensarlo dos veces, dispara a la oscuridad. El fogonazo de los perdigones le muestra una gran sombra que lanzada por los aires le cae encima y le destroza, detrás de los gritos de lucha, el cuerpo cae inerte. Las fauces de la bestia le han arrancado en trozos y las manchas de la sangre han cubierto el sitio. Un silencio se hace evidente después del episodio, furtivamente el animal se introdujo en la maleza y se pierde en lo oscuro de la noche.
          Con el advenimiento de la mañana, la escena se hace macabra, los carroñeros hacen su presencia en los alrededores, restos diseminados en todo el entorno, los destrozos, un cuerpo mutilado estampado en los chiriviscos de un tapesco, bajo una brisa silenciosa que se cierne ante la ausencia. La hoguera aun permanece humeante en el interior de la choza, mudo testigo de la masacre, gentes, aves  han desaparecido, el chucho ronda y se echa junto en compañía de los despojos de su amo.
          Montados en el palco las ramas pelonas de la arboleda las aves negras se sacuden sus afilados picos mientras se saborean, otras tantas volando en círculos se desplazan por los aires, los buitres invitados al festín que aletean sin perder su objetivo, planean en todas direcciones, para hacerse invitados por la presencia de la muerte. El ruedo se ha convertido en tirones y jalones de restos de las marcas del cadáver.

          Junto a la casa de cofrade mayor se hace la reunión, los hombres armados de machetes y uno que otro fusil, se aglomeran a la espera del alcalde auxiliar, con arengas y gritos empujando la turba a salir en busca de la cosa que está causando las muertes. Este ha sido el segundo ataque perpetrado en la semana, aunque el anterior fue en un ato de ganado. La bestia destrozó varias reses y a los perros, provocando una estampida que causó la pérdida de las vacas, sin dejar ningún rastro en su trayectoria. El pastor no corrió con tan mala suerte, después de haber sufrido el ataque logró esconderse en un zanjón y posteriormente se encaramó en un caballo que lo llevó hasta el pueblo, donde recibió ayuda para sus heridas, estaba tan impresionado que perdió el habla y sus muestras de pánico eran mas que evidentes por el espectáculo vivido, lo tenían en un estado de shock.
          Era tanto el miedo manifestado que el pánico se había hecho presa de los habitantes, quienes se retiraban, optando por buscar refugio en sus casas desde muy tempranas horas, mientras otros en grupo se armaban de valor con el fin de salir en la noche a la caza del animal causante de las desgracias.
--- ¡Es un enorme lobo…!--- gritaban
          Los cuchicheos de las mujeres eran, que se trataba de un animal poseído por el demonio y que era una maldición la que se cernía sobre el poblado. Toda clase de comentarios se vertieron en torno al asunto que una vez se acercaba la noche todo el mundo buscaba como desaparecer o refugiarse en las casas de construcción fuerte o en la iglesia.
          Cuando la pálida luna hacía el esfuerzo de asomarse sobre los techos de teja de la villa, el silencio se consumía y deambulaba por las callecitas junto al viento que estirándose resoplaba sacudiendo las ramas de los tamarindos que se formaban junto al parque, bamboleando sus ramas, en señal de pena.
          Muy de mañana cuando los gallos dieron la bienvenida al día y la niebla se disipó de las calles, los madrugadores dieron la voz de alarma. El poste, potrero de la comunidad donde se encerraban los animales que se encontraban extraviados, había sido blanco del ataque. Una yegua fue encontrada destrozada junto a los abrevaderos y los rastros señalaban el trayecto de donde había sido arrastrada, hasta el portón que se encontraba abierto de par en par. La marca de una garra gigante pintada en sangre se mostraba en uno de las tablas de la talanquera. La horda de curiosos se hizo presente junto a los gendarmes del municipio, los rastros de manchas de sangre se perdían en el callejón que se inclinaba en un pequeño cerro que conducía hacia la pileta de depósito de agua, que surtía a la población del vital líquido. El ojo de agua, donde de un nacimiento se hacía una poza de donde un ariete se encargaba de lanzar a las alturas el líquido para el pueblo.
          Un vestido de mujer se encontró desgarrado en el trayecto, que se colgaba de unas ramas. Raído y con manchas de sangre, se hondeaba, mientras los rayos del sol lo secaban al viento. La curiosidad se hacía cada vez mas fuerte, sobretodo por el hallazgo de la prenda femenina, pero allí acababa el rastro, no huellas ni señales.
          La voz corrió como reguero de pólvora, por toda la población, anunciando la desaparición de una dama,  que en búsqueda de identificarla dio paso a una requisa en todos los rincones, con el fin de investigar si había alguien desaparecida. Todo fue en vano, a lo mejor era alguien de fuera.
          Lejos en los nacimientos de agua fresca en el corazón de la montaña, cubierto por helechos, corre un de un brocal que rebalsa un hilo de agua que forma una corriente que se desliza sobre un camino de pequeñas rocas, un tinte color rojo se sobrenada en riachuelo, sangre, que viene de la cercanía, dentro de las colas de quetzal un cuerpo yace, mostrando lo cobrizo de la piel de su espalda, el cabello enmarañado le oculta la cara, un brazo colgaba sobre una de las piedras de donde se miraba una mancha de sangre seca que recorre del hombro hasta la mano. Una parvada de loros se presta al escándalo, mientras brincan en las ramas en procura de frutillas de alimento, este ruido de las aves hace que se mueva, se sienta e instintivamente se cubre los pechos, una mujer, se agacha y se lava el lodo que le escurre por las mejillas, se incorpora y sin pensarlo inicia con paso ligero montaña arriba, entre la maleza sacude las ramas a su paso hasta aproximarse a la llamada la piedra partida donde se encuentra la entrada de una cueva, donde desaparece en la oscuridad de la misma.
          Las horas han pasado hasta que los silbidos y la concertina de la montaña anuncian la caída de la tarde. Las chicharras se hacen bulliciosas, cuando los escasos rayos de sol desaparecen en la distancia, la penumbra se convierte en oscuridad, la tenue luna hace su aparición, mientras en el interior de la cueva se escuchan gritos que se transforman en gruñidos, el cuerpo se transforma y el pelo inunda todo su alrededor, una herida de perdigón en el hombro se activa y sangra, las fauces le distorsionan la cara y un par de enormes ojos de color amarillo se hacen reflejo dentro de la oscuridad. La bestia, nerviosa se asoma a la entrada, en espera que la luna llegue al cenit, aullando con gran fortaleza.
          Se lanza a través de los extravíos rumbo a donde le conduce su maldad. Se asoma sigilosa por una de las callejuelas, en búsqueda de sus víctimas, de sus fauces babea saliva  mientras a trote se dirige hasta las cercanías del parque, la puerta de un potrero se encuentra abierta y una candil señala sobre una ventana  un corral, donde se mueve agitadamente una oveja.
          Dentro de su agresividad se lanza intempestivamente hacia su víctima. Tras el balido del señuelo, se escuchan varios disparos de grueso calibre. La bestia se retuerce y cae a los pies del corral, los gruñidos desgarradores se hacen eco dentro del potrero, los cazadores salen de sus escondrijos y se aprestan a terminar con el animal, que entre gruñidos y gritos expira su último aliento.
          Una mágica transformación se lleva a cabo, fauces que se reducen dando paso al rostro de una mujer, que después de pelechar muestra su escultural cuerpo, su morena piel salpicada de sangre y dos agujeros de bala en el abdomen, que le segaron la vida.
          Los vecinos han aparecido al enterarse del acontecimiento, con grandes antorchas se acercan hasta el cuerpo para identificarla. Una cadena de metal se observa en una de sus piernas, junto al tobillo….
          La noche se ha vuelto a hacer presente, el viento ligeramente frió recorre los tejados del pueblo, a pesar de que se ha generado un poco tranquilidad, alguien se santigua y se encomienda a Dios, el ambiente sigue respirando  miedo. A lo lejos el aullido de lobos se hace eco en la oscuridad de las montañas...
         

miércoles, 7 de agosto de 2013

CRONOLOGIA DE UN CAMPEON



          Ya papá se encontraba en la sala de la casa con un periódico en la mano, alertándome sobre la hora, aun cuando me asomé con el uniforme puesto al salir de mi cuarto, mamá se acurrucó frente a mi, me levantó la pierna y con el zapato terminó de amarrar la moña de la cinta que me lo apretó. ¡Listo!, con mi guate de cuero en la mano y mi bate de béisbol bajo el brazo, me plante en la puerta del auto para que me hicieran espacio.
          Me hice el listado mental de las cosas que llevaba, mi gorra, mi sudadera, mi equipo etc. ¡YA!, además la bolsita de plástico que siempre me ponen, con un pan y una botella de jugo o gaseosa.
          Ya en el campo estaban mis compañeritos, todos vestidos iguales, haciéndole rueda al profesor, quien explicaba las estrategias, pero lo que era importante, era ir a dar unas carreras de calentamiento previas a que nos colocáramos el guante y se nos repartieran las pelotas para el aflojar el brazo, estábamos preparados, se nos había explicado nuestros puestos desde los entrenamientos desde unas semanas previas, hoy era el día de poner en práctica lo aprendido, todas esas tarde de la semana, algunos con viento y hasta llovizna, después de terminadas las clases.
          Se nos dio a conocer el listado y de las posiciones, el orden del bateo, en forma ordenada se nos hizo sentarnos en las banquitas de cemento dentro del cuarto llamado dog out. Uno a uno con nuestro respectivo casco en lugar de la gorrita se nos llamó para pasar al frente, eso si la orden era que había que meterse la camisa y estar bien planchaditos antes de pasar a pararse a batear en el home.
          Me encontraba de pie enfrente del cuadrilátero blanco, un señor de vestido oscuro con casco y máscara era el que daba las ordenes, frente a él, otro chico, con su indumentaria de catcher, peto, casco con máscara, se encuclillaba a la par mía con un guante redondo en la mano y le hacía señas al otro.
          Unos metros frente al grupo, encaramado en una lomita otro chico lanzaba la pelotita blanca rumbo hacia donde yo me encontraba. La veía venir y realmente me temblaban las canillas, estaba petrificado, el sudor me recorría la espalda y a veces me manchaba la frente. ¡Guau!, esa si me pasó cerca y el señor Umpire gritó Strike. El manager se me acercó y me dio instrucciones de última hora, vamos adelante como en los entrenos, decía, si así es decidido entonces, la próxima no la dejo pasar, le pego o me poncho. Con las piolas destempladas regreso hasta mi banca, arrastrando el bate, con la idea de que en el siguiente turno voy a estar mejor. Una lágrima se me escapó de la cólera por no haber podido sacudirla.
          Vamos llegando ya al final de la temporada, han pasado tantas cosas que solo las da el tiempo y la experiencia, hoy estoy ya vestido con mi uniforme, frente al cuarto de mis padres, urgiendo que mi viejo se levante, ya tengo lista mi batera en el asiento de atrás del auto, reviso, no me falta nada, la concha, toc!, toc!, en su sitio, no me dejan jugar si no la llevo.
          Por fin estamos en el campo ya el parqueo está repleto y yo salto al campo con toda mi indumentaria, ya algunos se encuentran en la fase de calentamiento. Hacemos la calistenia necesaria bajo las órdenes del entrenador y la fase del entrenamiento de lanzarnos las bolas. Es un día importante para mí, estamos en play off y  el coach me entregó la bola, voy a ser el lanzador, hoy es cuando, junto a otro compañero nos incorporamos al campo hace ya dos años y ahora vamos a demostrar lo que hemos aprendido.
          Como en fila india han pasado los contrincantes ante mi presencia, he ponchado algunos, otros me han bateado, algo que mis compañeros se han encargado, colaborando con el fin de ponerles out en las bases. El temor se ha disipado tanto en el fildeo como cuando llego a la batería y es la seguridad que da la práctica, ahora ya casi no me poncho y aspiro ha romper en un batazo la de cuero o sacarla del campo es mi meta.
          Las jugadas en el campo cada vez más vistosas, se hacen menos difíciles y de mis amigos peloteros como han mejorado, funcionan bien en sus respectivas posiciones. Ya jugamos con señas se nos premia con aplausos por la buena actuación tanto en el fildéo como cuando bateamos.
          Nos ganamos la ida hacia un restaurante de comida rápida para celebrar,  después de tanto esfuerzo ganamos el campeonato, que alegría, pero no les vamos a quitar su merito a los papás, se portaron a la altura con las porras, vieran como es de importante escuchar hasta fondo, entre tambores y pitos, la voz de alguien que grita: ¡Ese es mijo!, seguro mi compañero sabe de quien se trata, pues conoce la voz de su padre. Y eso hace que uno le ponga mas ganas.
          Finalicé un ciclo mas de este bendito beis bol, un año mas de felicidad y aprovechamiento, al llegar a casa mi padre está en la sala, no mas me ve entrar me llama, haciéndome señales con la mano, tiene un sobre en las manos. ¿Qué hice?, bueno no le veo cara de enojado, dejo tirado todo mi equipaje, mochila, libros etc. Y me paro frente a él en espera de lo peor. Me mira de frente a los ojos y eso me hace temer de lo peor, luego saca la nota del sobre y me lee.
          Un grito de felicidad se deja escuchar en todas la casa, mi madre abandona sus que aceres doméstico y corre a mi lado, a ver lo sucedido.
          ¡YES!, que representa un grito de batalla, la nota dice que he sido convocado para la pre-selección de mi categoría, vaya si no es bueno, me siento muy contento. Mi padre atinadamente me platica de la responsabilidad y del sacrificio que eso significa. Pero yo, estoy emocionado, eso quiere decir que si hago bien las cosas  me quedo en el equipo, voy a representar a mi Guatemala.
          Llegamos, siempre en tiempo, con mi padre, él se quedó en las gradas, con los grandes, allí donde les darán unas charlas. En la gramilla hay bastantes peloteros de tres categorías, los de la pre, los mas pequeños, es donde me toca, allí están algunos de mis compañeros esperando que los encargados nos convoque para iniciar las pruebas, no sabemos de que se trata pero es como un entrenamiento.
          No fue nada del otro mundo, nos hicieron pruebas de correr, de cómo fildear, bateo y nos agruparon por posición, todos quería estar allí, como pichers, solo unos poquitos se quedaron como de jardineros, bien después de que anotaron un montón de cosas en unos papeles, nos sentaron en la grama y nos dijeron que a través de nuestros entrenadores nos iban a informar si estábamos entre los escogidos para pertenecer a los grupos que se iban a convocar para los entrenamientos  a partir de la fecha. Estoy algo nervioso para ver el resultado de esto, pero según comentaron nos quedamos la mayoría, pues hasta después del primer mes de entrenamiento van a realizar los recortes.
          Los entrenamientos han sido duros, llego cansadísimo a casa, después de un buen baño, tengo que hacer fuerza pues tampoco tengo que dejar los estudios. Gracias a mis papas no falto a las prácticas, tres veces por semana y bueno porque a mi también me gusta, han de creer que he aprendido bastante, como despegarme y corren entre bases, ¡JA! A veces nos sacan el jugo con las tandas de la bateada. Saben ya pronto vamos a tener un juego de fogueo y vamos a ver como estamos, después de estos vendrán los recortes, actualmente somos como 30 y ya al final 14 van a ser los que se queden.
          Es una algarabía, carreras por todos lados, visita a la agencia de viajes, de paso a la embajada y otros tantos lugares como la medida y la entrega de los uniformes, se ven chileros, todos tienen los colores nacionales y una G en el pecho, igual que la gorra. En la espalda llevo pintado orgullosamente mi apellido, hoy por la noche nos llevan a las oficina de la federación y después de unos cuantos discursos, nos hacen pasar bajo mi bandera, todo el mundo está allí, con las fotos y lo demás. El viaje es en unos días.
          Recibimos unas playeras que nos identifican, el flamante equipo de beis bol de Guatemala, es la que usamos para el viaje, bien uniformados y cada quien con su maleta, recibiendo las instrucciones de sus respectivos papás, un par de persignadas y otras tantas recomendaciones de ¡Ay se me porta bien!. Guarde bien su dinero y no lo mal gaste. Algunos viajan con su papá, pero todos, digo todos con aquella ilusión de la aventura, la idea de quedar bien y demostrar porque estábamos allí.
          Recibidos con toda pompa, nos llevaron al lugar donde íbamos a pasar los siguientes ocho días, bajo la mirada de los encargados, el cuidado de los entrenadores y representantes. Donde dormíamos, nos daban de comer y relajeabamos un poco.   
          Día de fiesta la inauguración del torneo, desfile, banderas y fiesta, uniformes de todos los colores que uno se imagina, todos bien planchaditos y con una sonrisa en los labios saludando a los asistentes en las gradas del estadio. Allá en el fondo del campo hondean las 10 banderas de los participantes y alli esta la azul, blanco y azul, la mía, la de mis amores.
          Muy de mañana el bus pasó a recogernos, vamos rumbo al campo de pelota, con un poco de nerviosismo pero listos, es nuestro encuentro, el mas importante, cada quien con su batera llena de buenos propósitos y grandes sorpresas. Al llegar, la gramilla y lo demás está esplendoroso, nos asignaron al dog out de la derecha saltamos al campo a nuestras labores de calentamiento, peloteo, estiramientos la labor de armado por parte de los entrenadores del cuadro que va participar.
          Me encuentro el segundo en la fila de los catorce peloteros, los tres entrenadores y el representante, sobre la línea de la primera base, el calor nos hace presa y la alegría se ve sobrepasada por los nervios. Los árbitros de riguroso Tacache en el centro y  los chicos del otro equipo formados hacia la línea de la tercera. Se me pone la piel como carne de gallina cuando escucho las oraciones, después de quitarme la gorra y la coloco sobre mi pecho, entono junto a mis compañeros el bello himno de mi Guate.
…. ¡Y en sus alas levante hasta el cielo Guatemala tu nombre Inmortal! –
          Que emoción mas grande, me hace sentir especial, yo tan lejos poniendo en alto el nombre de mi tierra. Saltamos al campo a jugárnosla, a demostrar que los chapines estamos hechos de algo mas que maíz. Con el firme propósito de pintar con letras azules como el cielo ese nombre que orgullosamente llevamos en el pecho.
          Llegamos, jugamos y salimos, con la frente en alto, como todos unos orgullosos campeones. Fuimos vitoreados, aplaudidos, felicitados por los asistentes, quienes reconocieron en nuestro equipo, el coraje y el orgullo.
          De vuelta en suelo patrio. Lejos de los resultados, nuestros amigos, compañeros, padres de familia y fanáticos, se acercaron a recibirnos, a recibirnos como Campeones. Saben se me salieron las lágrimas, cuando un pequeños grupo de aficionados nos animaron en la bienvenida y nos dieron una muestra de cariño, al reconocer nuestro esfuerzo.
 --- Y Guatemala, allí! Y Guatemala Allí!--- Alli, Alli, Alli