viernes, 4 de abril de 2014

BEISBOL EN FAMILIA



          En el final de la avenida una camioneta hace su recorrido y se instala en uno de los espacios de estacionamiento en las orillas del parque de pelota, la puerta corrediza se escurre y de ella saltan dos jóvenes peloteros, lucen sus elegantes uniformes de la selección nacional de Guatemala, sacan sus maletines y la indumentaria, propia de su deporte, el mas grande con un par de zapatos en la mano y halando su batera, mientras el mediano con guante de catcher en mano se dirigen hacia la entrada del campo, mas atrás los padres, junto a la hermana pequeña, la coqueta de ojos grandes que rebosa de felicidad y alegría.
          El hermano pequeño ha salido a toda máquina hasta posarse frente a la tribuna donde localiza a un par de viejos que cubiertos con bufanda y chamarra se encuentran sentados en una de las bancas del centro, se saludan de lejos, acercándose para completar el grupo, él se sienta a la par de su abuela. De un salto llega la niña quien cariñosamente les saludo y luego se pierde en la platea donde junto a otros adolescentes preparan la bulliciosa porra.
          La algarabía es grande, ese día era especial nos encontrábamos reunidos para disfrutar el partido de la  final del campeonato centroamericano de pelota juvenil. El estadio se encontraba radiante con un buen número de público, que portaban banderas,  camisa azul y blanco. Pitos, panderetas, redoblantes y matracas, para mostrar apoyo al equipo nacional.
          Los 18 jugadores y sus respectivos entrenadores ya dispuestos en el campo en plenas labores de calentamiento, esperando los actos protocolarios y las actividades previas al partido. La televisión se había hecho presente para darle difusión al deporte de los batazos.
          Uno a uno fueron pasando los peloteros a colocarse en la línea del diamante después de haber escuchado sus nombres en las bocinas de los altoparlantes, todo seguido a una hurra, aplausos que llegaban hasta el corazón de los defensores de los colores nacionales, allí estaban los muchachos que se habían fajado durante muchos entrenamientos y en los juegos previos, que le habían dado la oportunidad de estar en esa final.
          Con el público de pie se escucharon los himnos de los contendientes, mas el de Guatemala fervorosamente fue cantado y aplaudido, por una gran mayoría de los asistentes. Quizás un tanto nerviosos pero con la firme esperanza de triunfar saltó la novena nacional al terreno, a sus respectivos calentamientos, en espera al tan ansiado PLAY BALL.  Las porras locales no se hicieron esperar, retumbaban en el fondo de los jardines el bullanguero apoyo a los jóvenes.
Detrás de corear los Strikes y jugadas a favor del equipo chapín, sonaban los batazos que volaban en todas direcciones sobre el tapete de verde grama que parecía una mesa de billar. Las jugadas se producía y eran vitoreadas tanto por propios como por extraños, con la certeza que los peloteros ponían su máximo empeño en sacar bien la tarea.
          El juego transcurrió entre vítores y desaprobación de alguna parte del público, pero las hazañas de jugadores eran siempre un espectáculo digno de apoyar, el tiempo se hacía corto, y los hits precedidos de carreras marcaban la pizarra, el juego había sido cerrado y con una garra de ambos equipos que el resultado podría inclinarse para cualquiera de las dos novenas.
          El marcador reflejaba un cerrado empate a tres carreras,  en el transcurso de la parte baja de la novena entrada, el equipo Pinolero había sacado a su mejor relevista, el cerrador, que según decían las malas lenguas jamás había perdido un partido de esa categoría. El manager de la novena nacional se reunió con su equipo y cuerpo técnico, incitándoles a poner su mejor empeño.
Lo que permitía tomar turno, al joven y tercer bate del equipo de Guatemala, él uno de los mejores jugadores, junto a su hermano el catcher promesa del país y futuras estrellas con visión para Grandes ligas.
          El pelotero tomo su bate, hizo un par de swings con la dona de metal y se dirigió a la caja de bateo, con cuerpo y estatura adecuada se acomodo en el plato.
--- Strike......--- grito el  Umpire principal por el primer lanzamiento.
          Tras dar un par de vueltas en el montículo, el pitcher se montó en el plato, observó las señas y lanzó
--- Strike dos --- un lanzamiento un poco arriba de las letras.                            Por lo que el muchacho le cruzo una mirada al juez, como indicándole que había equivocado se salió del cajón donde tomó varias respiraciones. Hizo su mejor relajamiento y se colocó frente al pentágono. Un tercer lanzamiento salió de los dedos del pitcher, rumbo al home, en ese momento el público enmudeció, el silencio de todo el estadio se hizo evidente la pelota viajaba y parecía que su trayecto era a  cámara lenta y que nunca llegaba a su destino, parecía haberse frisado la imagen. El sólido sonido del choque del madero en contra de la redonda de cuero, nos lleva a un final feliz de su travesía. La historia se  vuelve buena, porque el vuelo de la pelota después del encontronazo, reventó en un grito de júbilo la blanca con costuras de cuero con el madero se dejo escuchar en medio del silencio.
-------  Se va, Se va, se, va.... y se fue.
--- Como un grito de victoria fue recordado
El famoso comentarista Abdon Rodríguez, creador del Ave María Purísima y tantas expresiones famosas en la pelota chica  TE FUISTE MARCELINA.--- Y la pelota se fue.---
--- Yo si le voy, le voy a mi Guate…--- coreaban las porras que de pie y brazos levantados aplaudiendo al campeón
          Guatemala había ganado.
Los cohetillos, los hurras, la algarabía  dio el estruendo final del comité de recepción que se hizo presente en el plato mientras el héroe cruzaba el plato, donde le esperaba su hermano el catcher para compartir su heroísmo y abrazarlo.
Toda la familia aglomerada junto al malla del dog out de la derecha, gritaba llena de orgullo por sus dos representantes.
          Hoy la hicimos, Haroldo Javier se hizo uno de los héroes y que honor para la familia y la patria, habíamos ganado y el público coreaba:
--- Haroldo Javier, Haroldo Javier.
--- Esos son mis nietos---gritaba un viejo, que de pie frente al back stop celebrando la hazaña de los patojos.



  

martes, 14 de enero de 2014

LA CARTA



          Abrí la puerta de la casa para entrar. Me sacudía el frío de la calle era uno de esos días de diciembre que le hacen tiritar hasta las orejas, después de mi ingresar coloqué mi abrigo y la bufanda de cuadritos sobre uno de los muebles de la sala. Casi por reflejo husmeé dentro del cajón de madera del buzón, allí encontré además de facturas, recibos y panfletos de comida rápida, un sobre tamaño oficio, con una grapa en uno de sus bordes, en cuya etiqueta mostraba mi nombre escrito elegantemente a mano, con letra cursiva con tinta de canutero.
          La observé fijamente y aunque la curiosidad me envolvía, me manifesté con cierto temor, por lo que no me decidí en destaparla en ese momento. Quien podría ser?
          Las bajas temperaturas pronosticadas en la radio me hicieron que me acurrucar junto a la chimenea, coloqué varios leños, prendí la fogata, una vez que las llamas se hicieron presentes, arrimé uno de los sillones y me recosté frente al cálido espectáculo dedicándome a pensar, a meditar quizás.
          Ese día había llegado temprano del trabajo, mi familia entera había salido de compras, era la época de visitar centros comerciales y tantas cosas bellas que se exponen en los lugares públicos era el fin de año donde se disfruta de todo lo relacionado con la navidad. Los árboles cargados de bombas, luces y nieve artificial, que le dan un esplendor especial a las calles que retumban en caminantes que visitan las atractivas vitrinas.
          El pisa papeles me ayudó a cortar el borde superior de la misiva, incursioné con mis dedos hasta obtener la copia, era como un cromo, una fotografía, no se si del pasado o el futuro. Entonces, me vi transportado en un santiamén al escenario  que allí se mostraba.
          Era una mesa, bellamente adornada, cubierta de muchas luces, viandas y platillos de la época navideña, en desnudo un pavo que mostraba sus muslos y su amplia doble pechuga, con verduras hechas trozos a su alrededor, acompañado de varias hojas de lechuga. Una cubeta que sudaba en frío, con varias botellas del champagne, que cubiertos con servilletas blancas de lino, invitaban a ser degustados en el instante, las ocho copas estilizadas de cristal de Murano brillaban, eran tornasol de varios centímetros de alto, ávidas de recibir el espumante líquido. El lechón que mostraba una manzana en sus dientes, de piel dorada por el efecto del horneado, cuyos lomos reflejaban la exquisitez de un relleno de chuparse los dedos.
          Las ensaladas en las esquinas que rebalsaban sus aditamentos, pintados de la mayonesa y adornados con los pimientos rojos y verdes, el batidor del ponche de leche, bebida de la abuela, que en algún tiempo fue la delicia de los patojos, humeaba en la otra esquina, un cucharón de plata nadaba en el caldo de chunto en su interior.
          En la cabecera de la mesa me encontraba plácidamente sentado, con una copa de coñac en la palma de mi mano, entre los dedos índice y medio para darle el calor necesario mientras lo bamboleaba. Pero a pesar de toda la majestad y folclor que representaba el resto de las sillas con respaldos de franela con dibujos de navidad, se encontraban vacías, el sonido armonioso de los villancicos se extinguía en el aire y se tornaba en un ambiente de tristeza y soledad.
          Levanté mi copa y a pesar de que no había nadie, tomé la palabra, esta se ahogó junto al licor, estaba íngrimo, las ausencias me habían ganado. Caí reclinado encima del mantel bordado junto a la congoja de mi sueño de soledad.
          Las imágenes del pasado se hicieron a la vista, todos y cada uno de los miembros de familia incursionaron de la mano de los ángeles del cielo, para ser copartícipes del ágape. Cada uno de los sitios de honor fue ocupado por los hijos y en la cabecera del frente se apostó, frente a mí, la mujer de mi vida. Ahora si tenía sentido mi revelación     
          El dejabú, me transportó a un lugar en el pasado donde de manos de un papel de reflexiones del año nos conducían a ir en busca de una convivencia de paz y tranquilidad. De perdonar y ser perdonado.
          Después de un prolongado suspiro, volví a mi estado de reposo junto a la chimenea, la hoguera permanecía encendida y las brazas se multiplicaban con soplidos y humo
          El sueño  me hizo presa en una segunda ocasión. El escenario era el mismo, solo que en esta ocasión la silla de la cabecera estaba vacía, el grupo familiar departía alegremente con ricas viandas y exquisitos licores. El estridente ruido de la música moderna confundía el oído La cohetería se asomaba por la ventana haciéndose presente al evocar las doce, cientos de luces iluminaban el cielo mientras las columnas de humo penetraban por todos los rincones. La chiquillada enardecida buscaba en el rincón bajo el árbol de pino, la ilusión, su mentalidad los regalos, los confetis volaban por la habitación y las serpentinas se hacían un colocho cuando surcando por los aires se golpeaban en las paredes.
          De la mano de la abuela surcó un ángel el espacio, que hizo llamar la atención de la concurrencia, el mensaje en un pergamino se presentó, tras la llamada de atención del espíritu.
--- Es el mensaje del abuelo!---dijo el ángel
--- Si, es la tradicional llamada de atención, quizás un jalón de orejas, el mensaje, el consejo--- indicó la abuela.
          El ángel insistió: HOY OLVIDAMOS LAS ORACIONES DE ACCION DE GRACIAS.
          Todos entraron en un profundo silencio y se fueron acomodando alrededor de la mesa. Juntaron sus manos en señal de penitencia, agacharon sus rostros, para decir.
---“¡AMEN…!”
--- Si esas son las palabras y reflexiones que PAPALITO, siempre nos inculcaba--- dijo el nieto mas pequeño--- y  en verdad que como nos hace falta.---
--- Si asintieron el resto de los muchachos…

          Acomodado en el sillón, quizás me quedé dormido, hasta que el bullicio de la muchachada, me hizo despertar, me di un estirón, despabilándome me restregué los ojos, por debajo de los anteojos. Allí estaban mis nietos, mis nietas, haciéndome la corte, frente a mi, rodeando a la abuela YAYA.
--- durmiendo tan temprano --- me dijo.
---Un sueño que me ha hecho meditar. Recibí esta carta yeso me dio en que pensar   ---
          La misiva estaba en mis manos entre abierta, introduje nuevamente mis dedos, hasta obtener la cartulina, curiosamente todos los chicos se acercaron cuando desplegué la tarjeta, en la portada con grandes letras color dorado decía. “Felices Fiestas de Navidad, Pletóricas de Bendiciones”.
         
          En la parte interior de la cartulina decía. Remitente:   “JESUS ”

EL BATO



          Recostado en la banca del parque, con una pierna levantada sobre el respaldo, la hoja de un periódico viejo le cubría la cara, buscaba descansar, mientras el sol le perseguía calentando sus horas de sueño. En medio de la soledad de la mañana sanates deambulan a su alrededor y se aterrizaban en la pequeña fuente, depositada en el centro de la glorieta, allí se dejaba caer apenas un chorrito, que salpicaba las orillas de la pileta y el espacio de las afueras, empujada por el viento del norte.
          A unos cuantos metros en el muro perimetral que se acompaña de barras de hierro, una cara de adolescente se asomó, tras varios chiflidos le llama la atención.
---Hey…! Chamagua…!, vos….---
          Instintivamente se levantó la hoja del periódico voló a su derecha, al incorporarse, se sacudió las greñas, luego curiosamente volteó ver para todos lados y respondió:
---Que honda vos, Camaleón, tenes feria?... que se te antoja… Vamos entrá, pues.--- le hizo señas con las manos.
          El chico rodeó la estructura y penetró a través de la puerta, entre caminando y dando de brinco se escurrió entre los jardines, hasta llegar junto al residente, el de los pantalones jeans, rotos de las rodillas, como los de moda, lucía además un par de zapatos Nike blancos, se cubría con una chumpa enguatada de mezclilla. El desordenado pelo le caía sobre los hombre, mientra su cara cubierta de barba y bigote, lo hacen un irreconocible sujeto.
--- Haber sentate aquí.--- le muestra el espacio que deja en la banca --- Mostrame la papa pues.---
          El patojo, temeroso y muy intranquilo le enseña, escondiéndolo con las semi cerrada mano, un billete color azul, doblado en cuatro. que luego se lo intruduce entre la bolsa.
---Y solo eso cargás, un Mariano de Q.20, vos sabés que eso no te alcanza mas que para media bolsita
---No seas pura m…, Chamagua vos estás vendiendo mas caro, mejor voy a buscar en otro lado…
---Mano no jodás, subió la merca y chonta se vienen a basculear a todo el mundo y ese riego no lo corres vos.---
--- Que va, como la gasofia, pa´rriba.---  
---Bueno querés o No.?, yo me voy tengo que moverme hasta mi otro punto de venta, aquí estoy perdiendo el tiempo con vos.
---La Poli…--- grita el patojo,  sale corriendo y en un santiamén se pierde en las calles aledañas al parque.
          Un Auto patrulla hace chillar sus neumáticos y desaparece  en la boca calle, igual con rumbo a la primera calle. El Chamagua sin darle importancia, retoma su posición fetal y se recuesta sobre la banca, que ya ha sido invadida por los rayos de sol, los ruidos matutinos se hacen más evidentes por los pájaros visitantes del lugar. Se quita la chumpa y la hace un molote usándola de almohada bajo su cabeza, al recostarse nuevamente, observa que alguien se detiene frente a él, a la vecindad desu banca, el destello del sol no le deja ver, se cubre con una de las manos, se incorpora. Un anciano se planta frente a él, haciéndole sombra..
--- Vos que onda. Viejo, se te antoja algo?
--- No, al contrario, vengo para ver si se te antoja algo a vos?
--- ¡Qué!.... vos también vendes piedra…
--- No…. Que va yo entrego pan…
--- Andate a otro lado, yo pan no quiero, además ni hambre tengo…
          Saca de la bolsa de su saco café, a la usanza antigua, una rosca muy adornada y a todas luces muy apetitosa.
--- Tómala, te la regalo, la vas a probar y yo estoy seguro que te va a gustar.---
--- Ja, nadie regala nada por nada, pero en fin como que se me abrió el apetito.---
Se quita la guanteleta de cuero con dedos cortado y tomó la rosquilla.
--- Recuérdate…., mi nombre es Samuel…
---Ya va, cabal, como dije, nadie regala por nada, que es lo que querés entonces, fichas no tengo, yo te la devuelvo si querés --- mientras le daba una mordida al pan.
          El anciano sonríe. Se viste con un traje muy simpático de chaleco antiguo sin solapas, ni mangas, la camisa abombachada, ligada en el brazo de reluciente blanco, un corbatín de pajarito y una leontina de metal que tiene forma de incensario, botines con polainas y un raro resplandor se le ve reflejado en el rostro, angelical y bonachón, se quedo por un momento frente al muchacho viéndolo como este devoraba la rosquilla. Le toca la cabeza y este poco a poco se va quedando dormido.

          “Dentro de un espacio oscuro, ardiente y con fuerte olor azufre que se acompaña de hilarante calor, el joven se ve empujado dentro de un torbellino viento del todo cálido, que le hace tropezar cae en un tobogán de vueltas hacia un destino incierto que le quema hasta el alma.
          Una enorme roca le detiene frente a una laguneta de ardiente lava, que explota en burbujas gigantescas que lanzando su incandescencia, le queman los pies y el interior de su cuerpo.
          Como tratando de volver de una pesadilla, se sacude el cuerpo, frente a las calderas llenas de ánimas que le reclaman y le gritan, cuando con parsimoniosos movimientos se le acercan arrastrando sus cadenas. Los espíritus jóvenes engrilletados en sendas grutas cubiertos de gruesos barrotes, incriminan y señalan con sus dedos el pecado del bato.
          Una mano cubierta de fuego le abraza y lo domina en contra de paredes del averno, mientras los cientos de demonios de los vicio se revuelcan, atrayéndolo a pagar un castigo en los confines de fuego eterno. Los atuendos se despilfarran y se reducen a cenizas, cuando las llamas recorren el espacio, dejando desnuda el alma.
          En el fondo, la cúspide de un trono, Lucifer hace las delicias del gozo, recubierto de tesoros, con cientos de esclavos que atraídos por las cosas fáciles, deambulan con las bandejas de plata colmadas de la hierva del Jashis, las hilarantes panelas del Crack. Los líneas  de polvos blancos de la coca, que transforman en ilusión cuanto vicio o pecado lo arrastran.
          Bellas y esculturales mujeres cubiertas con minúsculos ropajes que danzan, en exóticas y sensuales movimientos, que atraen a los incautos ha extraer las mieles del fornicio en sus recámaras y luego son expulsados hasta horno del infierno inmortal a pagar todas sus malos pasos.
          El bato es atrapado dentro de un  tapa rabo minúsculo y es llevado frente a la mesa del suplicio, colocado boca arriba y estirado de los brazos, presto a recibir el bautizo de los facilitadores, los extensionistas que inducen a los hombre y sobre todo niños a delinquir y a consumir la droga.
          Una enorme ala de murciélago cruza por su vista con un bastón de punta de metal, candente desciende sobre su estómago, lo marca corroyendo su ombligo y convirtiéndole en un signo de maldad.”
          Un grito de muerte se deja escuchar hasta en las alturas, el espanto de las aves de y cuanto personaje deambula por la calle, que se apersonan curiosos hasta donde ha surgido el acontecimiento.
          El Bato se levanta, rasguñando su ropa a nivel del abdomen, donde le arde como braza y el ombligo se tiñe de pellejo quemado, el rojo de su alredor se extiende en todas direcciones, hasta capturar todo su cuerpo. Nadie ve nada excepto él, que no se recupera del susto y del tormentoso castigo.
          A pocos metros en la pileta de la fuente, el anciano sentado en el borde le hace espera:
--- Viejo que me has hecho, mírame tengo marcado el estómago---
--- Yo no te hecho nada, únicamente te di la visión de conocer el lugar de las ánimas condenadas por sus pecados. Un pequeño adelanto de lo que sería tu castigo, la Marca del mal está dentro de tu cuerpo, cada vez que peques o fomentes a que alguien haga cosas malas, el ardor por dentro será insoportables.---
---Como hago para quitarme el castigo?---
---Cada vez que tengas la intención de pecar recuérdate de mi, descansa, arrodíllate y clama por mi, yo te traeré paz y perdón---
---Y como te busco?---
---Ves que no me escuchaste la primera vez, yo soy  el arcángel SAMUEL, de los ángeles del señor yo te ayudaré a no caer fácilmente en el pecado y te daré la fortaleza necesaria para seguir adelante.
          La tarde empezó a caer con sus clásicos trinos de aves en busca de los nidos, el viento se escurre sobre una de las calles, donde un anciano camina junto al joven, que lleva su congoja del castigo..

sábado, 30 de noviembre de 2013

LA SOMBRA DEL ROPERO



          Los aires fríos de Noviembre se deslizaban a través de los corredores de la casona, el sonido de las láminas que desprendidas en alguna medida, sacudían los embates de las ventiscas.
          Antonio se encontraba en el disfrute de sus vacaciones de fin de año, aun enchamarrado en su cama, durante su último pestañazo. El sol aun no se instalaba a lo largo del oriente y tímidamente penetraba sus rayos de calor a través de las ventanas.
          El ruido de trastos, caída de cubiertos,  el movimiento de sillas se dejaba escuchar en el fondo de la cocina donde una muchacha, se apresuraba en la confección de la comida.
---Antonio --- gritó --- es hora de levantarse, ya es tarde, patojo!, el desayuno esta servido….
          No muy de buena gana, el chico se sentó a la orilla de la cama, buscando sus chancletas, se dio un estirón y se dirigió hasta el baño. Al salir aun restregaba sus ojos con una toalla, para despabilar la modorra del haberse acostado tarde viendo la televisión.
          Se acercó hasta la mesa del comedor donde frente a su silla se encontraba un plato donde reposaban un huevo estrellado y una pequeña maleta de frijoles, las tortillas humeaban dentro del canasto cubierto por una manta y un recipiente con frescas champurradas.
--- Hay muchacho, tenés una cara de no haber dormido… aquí está tu tazón de atole con leche, está caliente no te vayás a quemar la trompeta.--- luego le sacudió la cabeza, para enderezarle los cabellos que se encontraban alborotados.
--- Me quede viendo tele hasta muy tarde… la verdad, no me quería levantar--- lanzó un bostezo, que casi se traga a la mucama y se armó de sus cubiertos para hacerle el honor a la comida.
          Se levantó parsimoniosamente, arrastrando los pies, se dirigió hasta su habitación, no sin antes pasar en el cuarto de sus padres, se detuvo en el dintel de la puerta, cuando de pronto un escalofrío le recorrió toda la espalda hasta llegarle hasta donde el espinazo cambia de nombre. En el fondo del cuarto una sombra se corrió escurridizamente por los rincones hasta desaparecer en el frente del ropero.
          Se alertó, con la piel eriza como pellejo de gallina, se quedó sin habla mas que petrificado, cuando recuperó la compostura penetró a la habitación y se dirigió, hasta donde se encontraba el mueble, era un de esos roperos antiguos de tres cuerpos, con sendos espejos que cubrían las dos puertas laterales, una de las cuales permanecía abierta hasta la mitad, husmeó en su interior, donde colgaban un par de vestidos viejos y una cruz de cibaque clavada en uno de los costados, lo único que percibió fue el olor a cedro y la naftalina que se usaba para alejar a los bichos, las polillas  que se escondían en el mueble. Mas que asustado e intrigado, golpeo la puerta, para cerrarla, la llave cayó al suelo,  se agachó a recogerla y esta  se volvió abrir, luego de empujarla con fuerza, le dio vuelta a la llave hasta cerrar la chapa.
          Salió un poco mas que a paso ligero, regresando hasta donde se encontraba la muchacha, que al verlo lo sintió extraño, las canillas le temblaban y cargaba una cara de susto.
--- Tonito… algo te pasó, estás rete pálido, peor si te espantaron?---
---Ni te imaginas vos Lipa… será que vos dejaste abierto el ropero del cuarto de mi mamá?---
--- Nooo…que va y pa´que lo iba a hacer…, además yo casi no entro en ese cuarto, pues cada vez que hago limpieza empiezo a sentir cosas raras. Allí dicen que espantan hasta de día…
---Pues fijate que si, acabo de ver una sombra que se metió en el ropero y por eso te pregunté si lo habías dejado abierto… sabes que extraño me sentí raro, pero la verdad es que no me dio miedo.
--- Si Tonito es el espíritu de una niña, hija de un tu antepasado que dicen que hace mucho tiempo, para protegerla de la guerra la dejaron encerrada allí adentro, la olvidaron y falleció, su alma permanece por allí flotando y sale ocasionalmente de su encierro, cuando se abre el ropero…

          Era principios del siglo XIX, las revueltas independentistas se gestaban a lo largo de todo el país. Los soldados y las autoridades que representaban en ese entonces a la corona española, habían impuesto estado de sitio,  debido a los levantamientos del pueblo; a través de cruentas ataques, había controlado las revueltas en las calles de la ciudad y se dieron a la tarea de destruir a los grupos, seguir a los hombres involucrados con el creciente llamado a la libertad.
          .  Los grupos de desafectos, en su mayoría criollos se eran detenidos y otros cuantos pasados por las armas, los que lograron escapar permanecían ocultos en las montañas. Era un caos, ya que habían ordenes expresas de sofocar a toda costa lo que dieron por llamaron rebelión en contra de la corona de España y desaparecer o encarcelar a los dirigentes.
          Muchos de estos personajes, dirigentes que permanecieron en el anonimato, huyeron hacia el interior, otros lograron esconderse en sus propias casas, con el fin de proteger a sus familias de las atrocidades de la gendarmería al mando de la Capitanía general.
          Durante los cateos casa por casa, en toda la ciudad, irrumpían con lujo de fuerza, los soldados se daban a la tarea de destruir cuanto encontraban a su paso, capturando a empleados y sirvientes, haciéndoles correr la misma suerte que sus patrones. La mayoría de las víctimas eran personas inocentes, que no tenían que ver con los sucesos. Los hombres que se resistían a la captura eran fusilados en el interior de sus domicilios, mientras las mujeres eran engrilletadas y arrastrada hasta ser llevadas prisioneras a los separos de la policía o  a las cárceles del lugar.
          Era una de esas tardes violentas, la puerta del zaguán de la residencia fue derribada por la fuerza e hizo su ingreso de un piquete de gendarmes al mando de un capitán. Bajo sus feroces ordenes penetraron a lo largo de los corredores y habitaciones de la casa, conminando a cuantos se ponía a su paso, sometiendo a la servidumbre. En un decir amén, atraparon a Don Antonio de Bengoechea, alto dirigente de la gesta independentista. Capturado, después de propinarle senda golpiza, dejándole inconciente. Luego lo condujeron en calidad de bulto hasta las afueras de la ciudad y jamás se volvió a saber de su paradero.
          La familia había previsto este ataque por lo que escaparon por los terrenos de las vecindades, excepto la niña mas pequeña, que se les había perdido en la escapada. El mayordomo la encontró jugando con su muñeca de trapo en su cuarto  y escurridizamente durante el incidente, trató de sacarla por la vía de escape, pero no lo logró, por lo que para salvarle la vida, la introdujo en la habitación principal y la logró encerrar en el ropero, le indicó que no debería hacer el menor ruido, escondió en su bolsa la llave y abandonó el lugar. Al salir a través de la cocina fue sorprendido por uno de los soldados, que sin mediar palabra le disparó por la espalda, dándole muerte en el patio posterior de la casa. .
          Pasados unos cuantos meses del incidente uno de los familiares dejado en libertad por esos días, regresó a la casa, con el propósito de investigar el paradero de la niña.
          Este personaje llegó hasta la vivienda, la que después del ataque había quedado destruida y en total abandono, pese a esto saqueos y los destrozos que se habían producido,  muchos de los enseres estaban allí abandonados, los muebles permanecían intactos, entre ellos el ropero que permanecía arrinconado en el lugar, cubierto por telas de araña, restos de polilla y cantidades de polvo.
          Penetró a la habitación y se dirigió hasta el antiguo y vetusto mueble cuyos espejos permanecían intactos, con sus manos revisó la parte superior y en los lugares aledaños en busca de la llave, sin encontrarla, intentó forzar la chapa de la puerta, pero esta no cedió. Fue en búsqueda de alguna herramienta a la habitación contigua.
          La oscuridad de la habitación, le daba un aspecto lúgubre al espacio, entonces se dejó escuchar un rechinido en el piso de madera, unos golpes secos en el mueble y la puerta se abrió como por arte de magia. Una sombra escapó desde su interior dejando a su paso el penetrante olor a muerte.
          El sujeto terminó de abrir la puerta, y se sorprendió al ver que dentro del ropero se encontraba, el hallazgo  de cadáver casi momificado del cuerpo de la niña, que permanecía acurrucado en su interior, sobre su calavera permanecían sus canelones de pelo que caían sobre el regazo del esqueleto que portaba su vestido rosado de encajes, raído por el paso del tiempo, aun bajo uno de los huesos de su brazo, sostenía una muñeca de trapo.
          La impresión fue grande, acompañado de sensaciones extrañas y escalofríos, colocó un pañuelo sobre su nariz, para disimular la pestilencia que le hizo retroceder, su primer intento fue tratar de salir de allí, pero se contuvo, se agachó con el fin de hacer un mejor reconocimiento, pero el cadáver se dobló sobre si mismo desintegrándose, por lo que optó por cerrar la puerta del armario, no sin antes experimentar el paso de la silueta de la sombra que se escurrió por la rendija. En el espejo se dibujó la imagen de la niña, con una sonrisa, agradeciendo su liberación.

           

jueves, 31 de octubre de 2013

DEL OTOÑO AL VERANO

OTOÑO

          Las hojas se desparraman bulliciosas, luego que las ráfagas de viento se recorren desde el norte, acarreando el frío que desciende desde las cordilleras, hasta los verdes campos, las nubes corren por la cima, que pronto se disipan que dejan pasar a través del azul del cielo, la pronta llegada de los vientos.
          Los hermosos celajes que se dibujan a la distancia con sus múltiples tonos de naranja, pinceladas amarradas en los picos de los volcanes que enseñan los rayos del sol cuando se asoman luminosos y se dejan caer sobre  las alargadas copas de los árboles, sumergidas en medio de las montañas.
          Las aves se aglomeran en los cielos en su franca huida hacia el sur, para guarecerse de la llegada del clima, buscando el calor de las lagunetas de flores para reposar, en búsqueda de playas de blanca espuma que arremeten en las arenas de las cálidas aguas del inmenso mar 
          El baile de los pijijes que se sumergen en los sanjones, se pasean por las orillas de los arrozales o en sus aterrizajes forzosos, junto a las piedras de los riachuelos que recorren lentamente, por los serpenteantes caminos, que silban junto a los pericos que hacen sus piruetas en los bosques cuando en sus gritos se arremolinan en las altas ramas para ver la tenue desaparición, del astro en las profundidades del océano.

INVIERNO.
         
          El ocaso que nos lleva a la deslumbrante Estrella del norte, que señala la llegada de época mas fría, el fin de año del hemisferio norte, donde las auroras boreales danzan uniformes a la distancia y los flecos de algodón se despenican sobre las laderas de los campos, sembrando una alfombra de nieve de blanco matiz, que da exquisitas formas cuando se sostienen en las ramas de los deshojados árboles.
          Los animalitos se dedican a pernoctar el invierno, en sus madrigueras, donde con reservas alimenticias se preparan a esperar el cambio de los fríos vientos, al deshielo y el despertar de las hojas verdes y las flores de primera mudada. Cuando las aguas se tornan en corrientes y estas en ríos, soñolientos aparecen en las cuevas con el cuidado de no ser víctimas de los depredadores que han sobrevivido a las heladas.

PRIMAVERA.
         
          Las pequeñas florecillas se desperezan en las ramas de los arbustos, que luego de brotar en hojas, sudan en agua de rocío, mostrando el inicio del cálido ciclo de belleza
          Los hermosos trinos de los jilgueros que repasan dentro de los troncos de los abedules sus canciones, armónicas tonadas que levantan al cielo la bienvenida del renacimiento de la vida, que se engalana con la Primavera,  El deseo imperante que los hace impulsarse hacia el norte en su eterna caravana de sobrevivencia.
          Los machos trotan a las hembras que en manadas se dispersan por los verdes campos de pasto, incitando a su coqueteos al apareamiento. En las copas de los encinos se muestran las atalayas de los nidos que calientan la camada de huevos de múltiples colores y tamaños que reventarán al mediado de la época cálida.
          Los manantiales de límpida frescura, recorren pacientemente los brocales y los caminitos de las cascadas, que repiten en eco en los goterones que hacen reverdecer los desfiladeros, que se hacen más grandes al someterse al golpe de las rocas que los llevan de la mano a las pozas de azules aguas que desembocan en los ríos.
          Las garzas pelonas se brincan de cabeza en pie del ganado que pasta inconciente en los zacatales, haciéndoles la limpieza de orejas y lomo. Los pájaros con fama de pescadores se lanzan del trampolín en búsqueda de algún pececito que se anima a salir a ver que pasa en las afueras del estanque.
          Las lagunetas permanecen estáticas, cuando las fuentes del preciado líquido se reducen de sus nacimientos y los zancudos proliferan molestosos encima de las lechugas de agua. Es el encuentro con el equinoccio, los rayos del sol se acercan y se hacen candentes. Las plantas sudorosas empiezan a sufrir el desecado del ambiente.

VERANO.

          Los achaques de la temperatura, seca los pasos, que de lodazales se tornan bodoques de tierra dura. Los butes que se encontraban aislados en los charcos que se quedaron sin salida, sufren de transformación. La cáscara de los sauces se cae en trozos de madera seca. Las manchas de animales permanecen en los vados de los ríos, con el fin de mantener reservas de agua para sobrevivir con sus crías.
          Las cúpulas de sombra de los copetes de los bosques permanecen de resguardo de las la vida silvestre, que en poco movimiento y protegidos para salvarse de tórridos climas de la temporada.
          Los saltamontes desfilan en los áridos caminos de tierra, calcinados por el sol, en espera de los cantos, los gritos de las chicharras que hacen toda clase de sinfonías para llamar la tan ansiada lluvia. Las polvaredas se hacen constantes cuando los terrones de arrecifes de tierra colorada, se arremolinan para depositarse en polvo en las escasas hojas sobrevivientes que señalan lo seco del ambiente.
          Los campos hechos de pinceladas de color café, sufren de desesperación, aun cuando los matutinos rocíos, apenas mantienen lo verde de sus hojas, durante las madrugadas.
          Las primeros goterones de la época de lluvia, desaparecen inmediatamente tocan el suelo, es tanta la sed de la tierra que apenas consiguen llegar a convertirse en vapor en su trayecto hasta la superficie.
          Truenos y relámpagos que se nutren de nubarrones negros se anuncian en el horizonte, acicalados por los vientos que los conduce de principio a las montañas donde botan su carga de vida, humedeciendo el ambiente que reverdece los campos y cultivos.


      


jueves, 24 de octubre de 2013

EL SACRIFICIO



          El espejo mostraba como después de una acción, la chica se acicalaba, el lápiz labial demarcaba las comisuras de derecha a izquierda, luego de frotar el labio inferior sobre el otro, que le daba el rojo carmesí a su boca.
          El cabello liso color amarillento se reposaba sobre los hombros, mientras con un cepillo sacudía desde la coronilla hacia abajo. La mano izquierda recogía la honda superior que aparecía en su frente y lo empujaba sobre la oreja para que retomara estilo. Apenas cubierta con ropa interior, el broche del sostén se mostraba como una línea  que apenas sostenía sin cubrír los exuberantes senos.
          El ring indicó, de alguien que se encontraba en el portón, ella cubriéndose a medias con los brazos se asomó por la ventana, corrió apenas la cortina y sacó la nariz. Un sujeto con sombrero color oscuro daba unas pequeñas vueltas en el portal, el abrigo que portaba mostraba gotas de lluvia que se precipitaban cubriendo las hombreras y la espalda, la noche aun estaba joven y la calle se comportaba en soledad en espera de la respuesta del timbre.
          Tomó Un pants deportivo y con alguna dificultad la subió, moviéndolo sobre sus piernas hasta las caderas, las cintas del elástico de la tanga, le insinuó apretado en lo rosado de la piel, demarcando como hilo dental que circulaba en medio de las caderas. Se alisó las arrugas de la prenda a los lados de los muslos y se arrebató en carrera en dirección de las gradas de su apartamento hasta la puerta.
          Alguien penetró a la habitación. Sin decir palabra el sujeto se sentó en un taburete sin quitarse el abrigo, colocó el sombrero sobre la mesa, una vez lo sacudió para botarle el agua. La chica regresó a su ritual frente al espejo, donde a través de un lápiz demarcó artísticamente sus pestañas.
--- No pensé que llegaría temprano… estaré lista en un instante.---
---hummm!!—un gemido se emitió por parte del fulano, que somataba los dedos sobre la mesa.
          Lo tosco del fulano que se escondía detrás de anteojos oscuros, se restregaba la cara alrededor de la mal cortada barba, cruzó la pierna y se acomodó, mientras la señora finalizaba el arreglo de su atuendo.
          Los zapatos de tacón de 20 centímetros, de lentejuelas color aqua salieron a relucir después de haberlos extraído de un cajón, calzándolos mientras se sostenía en el respaldo de una silla, recogió una chalina la que envolvió en su cuello. Pasó frente al espejo de la cómoda y se observó por detrás del hombro, para aprobar sus apretadas curvas.
          Ya en la calle, un auto oscuro aparcado junto a un poste de luz, la portezuela posterior derecha, se abrió de un empujón, la chica penetra y se acomoda en su interior con su grácil figura El sujeto de su compañía abre la portezuela delantera y se introduce pesadamente, cierra la ventana. El auto se pone en movimiento y abandona la calle con un chirrido de llantas. El parabrisas se sacude hacia ambos lados para eliminar las gotas de lluvia mientras acelera hasta llegar al entronque de la carretera.
          Adelante en el inicio de una hondonada, la luz de los faroles, se proyectan sobre el húmedo camino, mientras un autobús a alta velocidad les rebasa y los hace orillarse, por la estreches. El rótulo “AL LAGO”, señala una desviación que curvea en un mas angosto camino que de pronto se vuelve de terracería. Un arco de adobe muestra el frontispicio de un chalet, donde circulado de múltiples luces, aparece como un palacio en medio de la oscurana, el auto se aparca junto a una fuente, que un tanto deteriorada forma una glorieta, junto a la entrada del edificio, cubierta de hiedra y bougambilias..
          La joven es llevada hasta una de las habitaciones donde, se encuentra un sujeto aparentemente el anfitrión con un traje color crema, que luce una elegante bufanda de cuadros oscuros, junto a sus manos que amaneradamente los mueve con delicadeza le sale al encuentro.
---Mas bella que nunca…pero los detalles de tu vestido… déjame que yo los mejore--- mientras le toma de la mano, le besa ambos cachetes, luego le rodea el brazo y la transporta hasta donde se encuentra un vestidor detrás de un biombo.
--- Es importante darte un toque de  elegancia, en estas fiestas de mucho glamour. Es importante dar una buena impresión antes de  introducirte al maestro---
          Dos damas de compañía aparecen y por ordenes del encargado, ella es despojada de sus vestimentas y la transformación se lleva a cabo, con un lindo traje color salmón de seda cae a lo largo de su hermoso cuerpo mostrando sus esculturales curvas, el escote posterior le llega hasta inicio de las caderas, un peinado de turbante le da una elegancia extrema con un doble pijazo que muestra la exquisitez de sus muslos  como toque final, un collar de perlas oscuras es colocado en su cuello.
--- Un par de sandalias de pedrería, en lugar de esos horribles chanclas fucia…?
          En el inicio de la escalinata, los encargados recolectan los abrigos y atuendos de las damas que descienden  hasta el salón que luce espléndido adornando con pasamanos cubiertos de guirnaldas y rosas, las cortinas de vívidos colores un rasgo de intimidad al salón, los edecanes distribuyen las copas de los vinos espumantes y las ricas viandas. Al fondo en una mesa de grandes adornos se muestra una escultura de hielo que dibuja un cuerno de la abundancia, que se rodea de los platos de mariscos. Es donde grupos de elegantes señores se dedican a servirse cuanta golosina es mostrada así como comentar lo esplendido del banquete.
          Hizo su entrada triunfal, penetrando al salón principal, del brazo del anfitrión, se dirigió hasta el centro donde de espaldas, un personaje con un traje negro satinado, que departía solemnemente con un grupo de jovencitas que le rodean. Se acercaron atropelladamente.
---¡Maestro!--- le interrumpió el gourmet, a la vez que se introdujo en el círculo, desplazando a los presentes, grupo.---¡Sorpresa! ella es Maricielo, de quien te he estado comentando---
--- Buenas noches.---hace una pequeña reverencia y se sonroja al enfrentarlo.
--- Te has quedado corto, mi amigo.--- le toma de la mano y colocándola sobre su brazo, se separa del grupo y se dirige al balcón que da hacia donde el hermosos lago que le sirve de marco esplendoroso, con la luna encendida tímidamente en el horizonte.
          La música se hizo un ensueño y los acordes se hicieron desaparecer dentro de los asistentes de la fiesta. Como en un cuento de hadas, dentro de uno de los aposentos solamente una pareja se hace compañía en el escenario, las prendas de vestir dejan un guía dentro del desorden absoluto, rumbo al lecho.
          Las cortinas a medio cerrar, dejan un espacio de los primeros rayos del amanecer, el silencio se estremece con el tintineo de las campanas del reloj de pie, que marca las Cuatro. Un despertar que hace esfumarse en sus pensamientos, la amalgama de un beso, quizás una caricia que se borra entre los almohadones de plumas y las finas sábanas de seda de la suave cama.
          Maricielo se levanta de un salto, ha perdido la noción del tiempo, de primera instancia cubre su desnudez y con toda delicadeza se asoma al balcón, donde el viento frío se deja sentir en su transito a la mañana. Ella se sienta en la orilla del somier, la cabeza no la ha logrado poner en orden.
          Busca en los alrededores de la habitación, hasta encontrar su ropa, tras el biombo, la recoge y con una gran congoja en el corazón se viste, medio se arregla y repasa sus cabellos para ordenarlos. Junto a la mesa de noche encuentra un jarrón, que le sirve con una toalla para limpiarse la cara y se lo empina para dar un par de tragos de líquido. Un sobre de papel bond, tamaño oficio blanco se sostiene con la ramilla de una rosa roja, le enseña que se encuentra dirigido ha ella. Presta de curiosidad lo abre, en su interior un billete de cien dólares.
          Ya en la trayecto de tierra, camina en búsqueda de la salida, la solitaria calle, le conduce hasta donde en la carretera, tiene algo mas de vida, con sus zapatos en las manos y tratando de cubrir sus hombros , con los brazos transcurre el trayecto, hasta llagar hasta donde un bus de transporte le suena la bocina.
--- A la capital?. ---pregunta el brocha, que la urge a caminar rápido y a puros empujones la hace que se encarame.
          Un inoportuno celular suena dentro del bolsillo del pants, con mas que timidez lo prende y lo lleva hacia el oído.
--- ¡Mamá!--- una voz de un niño se deja escuchar.--- mamá, ya vas a venir a traerme, mira que la abuela ya se aburrió de cuidarme y tu dijiste….
--- Si, mi bebé, ya voy, en un rato estoy contigo y te llevo para la casa… Adiós mi amor!---
--- Si tu supieras los SACRIFICIOS que estoy dispuesta a hacer por ti!...
  


viernes, 11 de octubre de 2013

EL REINO DEL MAL



          Los vidrios de la ventana,  reflejaban la luz de las lámparas de gas, mientras los gritos de una mujer se dejaban escuchar, pujos de parturienta que atizan el esfuerzo de soltar hacia el mundo una pequeña alma. Dentro de la habitación cuatro personas de capas y capuchas rodeaban el acontecimiento, tomados de las manos, entonaban cantos y letanías; a su vez la partera en solidaridad se sostiene de una de las rodillas de la futura madre para darle el último aliento para que saque al niño. El grito de la mujer se prolonga angustioso, el sudor le empapa todo el cuerpo, cuando el asistente le ejecuta la respectiva presión sobre su abdomen, pujo tras pujo, inspiraciones de jadeo que le cortan el resuello con la fuerza que se le escapa por cansancio.
          El clímax ha llegado la coronilla del bebe se abre paso por el canal del parto, tras un último soplido de presión, que expulsa en tan solo movimiento cabeza y cuerpo en su envoltorio natural, el recién nacido da muestras de vida al declararse en llanto, mientras la comadrona le sostiene de ambos pies para darle palmadas y hacer su limpieza respectiva.
          Envuelto en varias frazadas, se escucha el llanto sublime del pequeño, que se ve arropado por uno de los asistentes, mientras tanto la madre se relaja completamente con el esfuerzo ha perdido el sentido, su respiración se ha tornado superficial y el sangrado es grande, lo que obliga a la partera a darle un fuerte masaje en el estómago, para reponer su aliento de vida.
          Un ángel con alas extendidas se aposta en la orilla de la cama, con una espada en las manos la protege de sus malas intuiciones purifica sus pensamientos, mientras recoge con su adviento las oraciones de la mujer y la envuelve en un manto de protección, al ser despojada de su advenedizo.
          Ya en la puerta de la casa se encuentra, la carroza de dos caballos, conductor y lacayos, las puertas son abiertas para los encapuchados quienes con el niño en brazos hacen su ingreso. El sonido de un látigo y la sacudida de de las riendas hacen que se ponga en camino. Un vigoroso grito de ARRE! hace que se alejen furtivos para desaparecer velozmente oculto en las sombras de la noche.
          La pálida luna ha hecho su ingreso a la escena, los cantos de los tecolotes se dibujan en el firmamento, cuando las ráfagas de gélido viento se esparcen a través de las arboledas que rodean el antiguo castillo que se muestra en lo alto de una colina, como punto de destino del viaje. El niño, el recién nacido, grita desaforadamente, dentro de una cuna cubierta con un manto, hay un  signo de Ankah, que es una cruz, con un abertura en el centro que cuelga en la pared de la habitación.
         
          La antigua arquitectura gótica, pintada de humo de candelas, enorme cúpula de grandes alas oscuras cubiertas de virales multicolores que esconden en sus pasillos antiguos santos; parte del monasterio motivado de silencio, con penetrante olor a incienso se yergue suntuoso, cargando cortinaje con escudos adornados con heráldica de los reinos Con los cuatro arcángeles haciendo valla en los alrededores del altar principal.
          Las monjas caminan en parejas por los pasajes cerrados que conducen hasta el centro de la capilla, como cartuchos uniformadas se desplazan para ocupar las bancas de madera que se apostan detrás de la tarima donde se reposan los sillones de terciopelo y oro que son ocupados por el ostentoso monarca de turno, que se hace acompañar por el séquito de lambiscones de su corte.  
          Las novicias escogidas se levantan de los reclinatorios e ingresa humildemente hasta la sacristía, son el apoyo y asistencia del sacerdote, con toda delicadeza y oficiosamente acarrean la biblia, el copón de oro, los recipientes de agua y vino para utilizar en la consagración. Con la participación de uno de los acólitos, que porta el recipiente, avivan las brazas soltando los granos de los aromatizantes dentro del incensario, donde arden convirtiéndose en humo para la celebración. La joven en su trayecto hacia el altar pasa junto al monarca, quien insistente le observa el rostro, ella agachada en sumisión, cubierta con un manto, que le llega hasta los hombros. Le interrumpe su paso interponiéndose en su camino la detiene, con su  mano, cubierta por un guante de felpa y cargado de anillos en cada dedo, le levanta la cara la ve seducido por su belleza, le permite continuar en su trayecto.    
          El jefe de la guardia real, bajo instrucciones precisas se escurre como incógnito en compañía de secuaces soldados hasta los salones de la sacristía, donde sorprenden a las monjas, en un decir amén, una de ellas es vapuleada junto al acólito y lanzados al suelo, a la vez que la otra es maniatada y envuelta en una cortina... Por la puerta posterior de la capilla dos hombres transportan un bulto que se mueve fuertemente con la intención de liberarse, pero es en vano, como saco de patatas, es lanzado sobre carretón lleno de pacas de heno, que luego es alejada a galope por los disfrazados soldados.
          El acontecimiento que causó alarma no se hizo esperar, los miembros de la iglesia, junto a las monjas se escandalizan por la desaparición de la novicia. Urgen a las autoridades a actuar en estas circunstancias. Es ordenado por el propio Rey, perseguir a los supuestos forajidos autores del secuestro, las proclamas no se hacen esperar, pero la monja ha desaparecido, se la ha tragó la tierra.
          Allá en la distancia, en los bosques de la hondonada donde las arboledas que rodean el antiguo castillo que se muestra en lo alto de una colina, se abre una puerta, un carretón cubierto de heno pasa por el umbral de las rejas metálicas que fortalecen el zaguán, en un callejón que lleva a un caracol de escalinatas, el bulto cargado por los forajidos asciende hasta la cúpula. El aldabón de una puerta se destraba y en una celda oscura, es soltada la prisionera, quien lamentándose de sus golpes y lastimaduras se arrastra hasta un rincón.
           Los días pasan, el único contacto es cuando le llevan un vaso de agua, con un pedazo de pan, nadie le dirige la palabra, ella no comprende lo que le pasa y permanece sumida en sus pensamientos, las heridas le han cicatrizados, pero su fe a pesar de los infortunios le hace permanecer firme con sus creencias. Con la escasa luz que le penetra a través de un agujero en la pared, le da por enterada del día y la noche, aprovechando en periodo de luz se encomienda, inquebrantable se hinca y repasa sus oraciones, pidiendo piedad  o quizás perdón a su Dios.
          Llevada en compañía de dos mucamas fuera de su cautiverio a un salón  de amplios ventanales, con lujo de fuerza es despojada de sus hábitos obligándola a introducirse en una tina de agua tibia, donde sin oponer resistencia recibe un baño con esponjas y sales aromáticas, Acto seguido es cubierta con ropas elegantes de lino, mientras peinan sus cabellos, se sienta en una butaca, las lágrimas de sus ojos recorren sus mejillas al sentirse indefensa en la perdida de sus pudor ante las demás.
          Las damiselas cumplida su labor de embellecimiento la llevan con engaño a través de un pasadizo secreto, hasta la alcoba del monarca, quien la recibe apostado en su cama. Cuando ella se da cuenta las mucamas han desaparecido y la puerta ha sido cerrada por el lado de adentro, intenta volver por donde llegó pero es materialmente imposible, se escurre a uno de los rincones, el maligno Rey se le acerca, la acorrala, ella se resiste al dispone a enfrentarlo, se postra ante sus pies y le suplica piedad….
          En un altar de sacrificios es engrilletada, sobre el signo del Pentagrama invertidos, en cuyas puntas se queman 5 grandes velas. Con una garra del mal es rasgada su vestimenta hasta dejarla completamente desnuda. Aunque lucha por defenderse, sufre de un desmayo, mientras el maligno envuelto en una vestimenta negra con forros rojas se eleva sobre su cuerpo, mostrando su pata de cabro. En el fondo las cortinas negras se sacuden como trueno, mientras él consuma el acto, que dibuja el signo del mal, en el vientre de la joven.