Recostado en la banca del parque,
con una pierna levantada sobre el respaldo, la hoja de un periódico viejo le
cubría la cara, buscaba descansar, mientras el sol le perseguía calentando sus
horas de sueño. En medio de la soledad de la mañana sanates deambulan a su alrededor
y se aterrizaban en la pequeña fuente, depositada en el centro de la glorieta,
allí se dejaba caer apenas un chorrito, que salpicaba las orillas de la pileta
y el espacio de las afueras, empujada por el viento del norte.
A
unos cuantos metros en el muro perimetral que se acompaña de barras de hierro,
una cara de adolescente se asomó, tras varios chiflidos le llama la atención.
---Hey…! Chamagua…!, vos….---
Instintivamente
se levantó la hoja del periódico voló a su derecha, al incorporarse, se sacudió
las greñas, luego curiosamente volteó ver para todos lados y respondió:
---Que honda vos, Camaleón, tenes
feria?... que se te antoja… Vamos entrá, pues.--- le hizo señas con las manos.
El
chico rodeó la estructura y penetró a través de la puerta, entre caminando y dando
de brinco se escurrió entre los jardines, hasta llegar junto al residente, el
de los pantalones jeans, rotos de las rodillas, como los de moda, lucía además un
par de zapatos Nike blancos, se cubría con una chumpa enguatada de mezclilla. El
desordenado pelo le caía sobre los hombre, mientra su cara cubierta de barba y
bigote, lo hacen un irreconocible sujeto.
--- Haber sentate aquí.--- le
muestra el espacio que deja en la banca --- Mostrame la papa pues.---
El
patojo, temeroso y muy intranquilo le enseña, escondiéndolo con las semi
cerrada mano, un billete color azul, doblado en cuatro. que luego se lo intruduce
entre la bolsa.
---Y solo eso cargás, un Mariano de
Q.20, vos sabés que eso no te alcanza mas que para media bolsita
---No seas pura m…, Chamagua vos
estás vendiendo mas caro, mejor voy a buscar en otro lado…
---Mano no jodás, subió la merca y
chonta se vienen a basculear a todo el mundo y ese riego no lo corres vos.---
--- Que va, como la gasofia,
pa´rriba.---
---Bueno querés o No.?, yo me voy
tengo que moverme hasta mi otro punto de venta, aquí estoy perdiendo el tiempo
con vos.
---La Poli…--- grita el patojo, sale corriendo y en un santiamén se pierde en
las calles aledañas al parque.
Un
Auto patrulla hace chillar sus neumáticos y desaparece en la boca calle, igual con rumbo a la primera
calle. El Chamagua sin darle importancia, retoma su posición fetal y se
recuesta sobre la banca, que ya ha sido invadida por los rayos de sol, los
ruidos matutinos se hacen más evidentes por los pájaros visitantes del lugar.
Se quita la chumpa y la hace un molote usándola de almohada bajo su cabeza, al
recostarse nuevamente, observa que alguien se detiene frente a él, a la
vecindad desu banca, el destello del sol no le deja ver, se cubre con una de
las manos, se incorpora. Un anciano se planta frente a él, haciéndole sombra..
--- Vos que onda. Viejo, se te
antoja algo?
--- No, al contrario, vengo para ver
si se te antoja algo a vos?
--- ¡Qué!.... vos también vendes
piedra…
--- No…. Que va yo entrego pan…
--- Andate a otro lado, yo pan no
quiero, además ni hambre tengo…
Saca
de la bolsa de su saco café, a la usanza antigua, una rosca muy adornada y a
todas luces muy apetitosa.
--- Tómala, te la regalo, la vas a
probar y yo estoy seguro que te va a gustar.---
--- Ja, nadie regala nada por nada,
pero en fin como que se me abrió el apetito.---
Se quita la guanteleta de cuero con
dedos cortado y tomó la rosquilla.
--- Recuérdate…., mi nombre es Samuel…
---Ya va, cabal, como dije, nadie
regala por nada, que es lo que querés entonces, fichas no tengo, yo te la
devuelvo si querés --- mientras le daba una mordida al pan.
El
anciano sonríe. Se viste con un traje muy simpático de chaleco antiguo sin
solapas, ni mangas, la camisa abombachada, ligada en el brazo de reluciente
blanco, un corbatín de pajarito y una leontina de metal que tiene forma de
incensario, botines con polainas y un raro resplandor se le ve reflejado en el
rostro, angelical y bonachón, se quedo por un momento frente al muchacho
viéndolo como este devoraba la rosquilla. Le toca la cabeza y este poco a poco
se va quedando dormido.
“Dentro
de un espacio oscuro, ardiente y con fuerte olor azufre que se acompaña de
hilarante calor, el joven se ve empujado dentro de un torbellino viento del
todo cálido, que le hace tropezar cae en un tobogán de vueltas hacia un destino
incierto que le quema hasta el alma.
Una
enorme roca le detiene frente a una laguneta de ardiente lava, que explota en
burbujas gigantescas que lanzando su incandescencia, le queman los pies y el
interior de su cuerpo.
Como
tratando de volver de una pesadilla, se sacude el cuerpo, frente a las calderas
llenas de ánimas que le reclaman y le gritan, cuando con parsimoniosos
movimientos se le acercan arrastrando sus cadenas. Los espíritus jóvenes
engrilletados en sendas grutas cubiertos de gruesos barrotes, incriminan y
señalan con sus dedos el pecado del bato.
Una
mano cubierta de fuego le abraza y lo domina en contra de paredes del averno,
mientras los cientos de demonios de los vicio se revuelcan, atrayéndolo a pagar
un castigo en los confines de fuego eterno. Los atuendos se despilfarran y se
reducen a cenizas, cuando las llamas recorren el espacio, dejando desnuda el
alma.
En
el fondo, la cúspide de un trono, Lucifer hace las delicias del gozo,
recubierto de tesoros, con cientos de esclavos que atraídos por las cosas
fáciles, deambulan con las bandejas de plata colmadas de la hierva del Jashis,
las hilarantes panelas del Crack. Los líneas de polvos blancos de la coca, que transforman
en ilusión cuanto vicio o pecado lo arrastran.
Bellas
y esculturales mujeres cubiertas con minúsculos ropajes que danzan, en exóticas
y sensuales movimientos, que atraen a los incautos ha extraer las mieles del
fornicio en sus recámaras y luego son expulsados hasta horno del infierno
inmortal a pagar todas sus malos pasos.
El
bato es atrapado dentro de un tapa rabo
minúsculo y es llevado frente a la mesa del suplicio, colocado boca arriba y
estirado de los brazos, presto a recibir el bautizo de los facilitadores, los
extensionistas que inducen a los hombre y sobre todo niños a delinquir y a
consumir la droga.
Una
enorme ala de murciélago cruza por su vista con un bastón de punta de metal,
candente desciende sobre su estómago, lo marca corroyendo su ombligo y
convirtiéndole en un signo de maldad.”
Un
grito de muerte se deja escuchar hasta en las alturas, el espanto de las aves
de y cuanto personaje deambula por la calle, que se apersonan curiosos hasta
donde ha surgido el acontecimiento.
El
Bato se levanta, rasguñando su ropa a nivel del abdomen, donde le arde como
braza y el ombligo se tiñe de pellejo quemado, el rojo de su alredor se
extiende en todas direcciones, hasta capturar todo su cuerpo. Nadie ve nada
excepto él, que no se recupera del susto y del tormentoso castigo.
A
pocos metros en la pileta de la fuente, el anciano sentado en el borde le hace
espera:
--- Viejo que me has hecho, mírame
tengo marcado el estómago---
--- Yo no te hecho nada, únicamente te
di la visión de conocer el lugar de las ánimas condenadas por sus pecados. Un
pequeño adelanto de lo que sería tu castigo, la Marca del mal está dentro de
tu cuerpo, cada vez que peques o fomentes a que alguien haga cosas malas, el
ardor por dentro será insoportables.---
---Como hago para quitarme el
castigo?---
---Cada vez que tengas la intención
de pecar recuérdate de mi, descansa, arrodíllate y clama por mi, yo te traeré
paz y perdón---
---Y como te busco?---
---Ves que no me escuchaste la
primera vez, yo soy el arcángel SAMUEL,
de los ángeles del señor yo te ayudaré a no caer fácilmente en el pecado y te
daré la fortaleza necesaria para seguir adelante.
La
tarde empezó a caer con sus clásicos trinos de aves en busca de los nidos, el
viento se escurre sobre una de las calles, donde un anciano camina junto al
joven, que lleva su congoja del castigo..
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