sábado, 30 de noviembre de 2013

LA SOMBRA DEL ROPERO



          Los aires fríos de Noviembre se deslizaban a través de los corredores de la casona, el sonido de las láminas que desprendidas en alguna medida, sacudían los embates de las ventiscas.
          Antonio se encontraba en el disfrute de sus vacaciones de fin de año, aun enchamarrado en su cama, durante su último pestañazo. El sol aun no se instalaba a lo largo del oriente y tímidamente penetraba sus rayos de calor a través de las ventanas.
          El ruido de trastos, caída de cubiertos,  el movimiento de sillas se dejaba escuchar en el fondo de la cocina donde una muchacha, se apresuraba en la confección de la comida.
---Antonio --- gritó --- es hora de levantarse, ya es tarde, patojo!, el desayuno esta servido….
          No muy de buena gana, el chico se sentó a la orilla de la cama, buscando sus chancletas, se dio un estirón y se dirigió hasta el baño. Al salir aun restregaba sus ojos con una toalla, para despabilar la modorra del haberse acostado tarde viendo la televisión.
          Se acercó hasta la mesa del comedor donde frente a su silla se encontraba un plato donde reposaban un huevo estrellado y una pequeña maleta de frijoles, las tortillas humeaban dentro del canasto cubierto por una manta y un recipiente con frescas champurradas.
--- Hay muchacho, tenés una cara de no haber dormido… aquí está tu tazón de atole con leche, está caliente no te vayás a quemar la trompeta.--- luego le sacudió la cabeza, para enderezarle los cabellos que se encontraban alborotados.
--- Me quede viendo tele hasta muy tarde… la verdad, no me quería levantar--- lanzó un bostezo, que casi se traga a la mucama y se armó de sus cubiertos para hacerle el honor a la comida.
          Se levantó parsimoniosamente, arrastrando los pies, se dirigió hasta su habitación, no sin antes pasar en el cuarto de sus padres, se detuvo en el dintel de la puerta, cuando de pronto un escalofrío le recorrió toda la espalda hasta llegarle hasta donde el espinazo cambia de nombre. En el fondo del cuarto una sombra se corrió escurridizamente por los rincones hasta desaparecer en el frente del ropero.
          Se alertó, con la piel eriza como pellejo de gallina, se quedó sin habla mas que petrificado, cuando recuperó la compostura penetró a la habitación y se dirigió, hasta donde se encontraba el mueble, era un de esos roperos antiguos de tres cuerpos, con sendos espejos que cubrían las dos puertas laterales, una de las cuales permanecía abierta hasta la mitad, husmeó en su interior, donde colgaban un par de vestidos viejos y una cruz de cibaque clavada en uno de los costados, lo único que percibió fue el olor a cedro y la naftalina que se usaba para alejar a los bichos, las polillas  que se escondían en el mueble. Mas que asustado e intrigado, golpeo la puerta, para cerrarla, la llave cayó al suelo,  se agachó a recogerla y esta  se volvió abrir, luego de empujarla con fuerza, le dio vuelta a la llave hasta cerrar la chapa.
          Salió un poco mas que a paso ligero, regresando hasta donde se encontraba la muchacha, que al verlo lo sintió extraño, las canillas le temblaban y cargaba una cara de susto.
--- Tonito… algo te pasó, estás rete pálido, peor si te espantaron?---
---Ni te imaginas vos Lipa… será que vos dejaste abierto el ropero del cuarto de mi mamá?---
--- Nooo…que va y pa´que lo iba a hacer…, además yo casi no entro en ese cuarto, pues cada vez que hago limpieza empiezo a sentir cosas raras. Allí dicen que espantan hasta de día…
---Pues fijate que si, acabo de ver una sombra que se metió en el ropero y por eso te pregunté si lo habías dejado abierto… sabes que extraño me sentí raro, pero la verdad es que no me dio miedo.
--- Si Tonito es el espíritu de una niña, hija de un tu antepasado que dicen que hace mucho tiempo, para protegerla de la guerra la dejaron encerrada allí adentro, la olvidaron y falleció, su alma permanece por allí flotando y sale ocasionalmente de su encierro, cuando se abre el ropero…

          Era principios del siglo XIX, las revueltas independentistas se gestaban a lo largo de todo el país. Los soldados y las autoridades que representaban en ese entonces a la corona española, habían impuesto estado de sitio,  debido a los levantamientos del pueblo; a través de cruentas ataques, había controlado las revueltas en las calles de la ciudad y se dieron a la tarea de destruir a los grupos, seguir a los hombres involucrados con el creciente llamado a la libertad.
          .  Los grupos de desafectos, en su mayoría criollos se eran detenidos y otros cuantos pasados por las armas, los que lograron escapar permanecían ocultos en las montañas. Era un caos, ya que habían ordenes expresas de sofocar a toda costa lo que dieron por llamaron rebelión en contra de la corona de España y desaparecer o encarcelar a los dirigentes.
          Muchos de estos personajes, dirigentes que permanecieron en el anonimato, huyeron hacia el interior, otros lograron esconderse en sus propias casas, con el fin de proteger a sus familias de las atrocidades de la gendarmería al mando de la Capitanía general.
          Durante los cateos casa por casa, en toda la ciudad, irrumpían con lujo de fuerza, los soldados se daban a la tarea de destruir cuanto encontraban a su paso, capturando a empleados y sirvientes, haciéndoles correr la misma suerte que sus patrones. La mayoría de las víctimas eran personas inocentes, que no tenían que ver con los sucesos. Los hombres que se resistían a la captura eran fusilados en el interior de sus domicilios, mientras las mujeres eran engrilletadas y arrastrada hasta ser llevadas prisioneras a los separos de la policía o  a las cárceles del lugar.
          Era una de esas tardes violentas, la puerta del zaguán de la residencia fue derribada por la fuerza e hizo su ingreso de un piquete de gendarmes al mando de un capitán. Bajo sus feroces ordenes penetraron a lo largo de los corredores y habitaciones de la casa, conminando a cuantos se ponía a su paso, sometiendo a la servidumbre. En un decir amén, atraparon a Don Antonio de Bengoechea, alto dirigente de la gesta independentista. Capturado, después de propinarle senda golpiza, dejándole inconciente. Luego lo condujeron en calidad de bulto hasta las afueras de la ciudad y jamás se volvió a saber de su paradero.
          La familia había previsto este ataque por lo que escaparon por los terrenos de las vecindades, excepto la niña mas pequeña, que se les había perdido en la escapada. El mayordomo la encontró jugando con su muñeca de trapo en su cuarto  y escurridizamente durante el incidente, trató de sacarla por la vía de escape, pero no lo logró, por lo que para salvarle la vida, la introdujo en la habitación principal y la logró encerrar en el ropero, le indicó que no debería hacer el menor ruido, escondió en su bolsa la llave y abandonó el lugar. Al salir a través de la cocina fue sorprendido por uno de los soldados, que sin mediar palabra le disparó por la espalda, dándole muerte en el patio posterior de la casa. .
          Pasados unos cuantos meses del incidente uno de los familiares dejado en libertad por esos días, regresó a la casa, con el propósito de investigar el paradero de la niña.
          Este personaje llegó hasta la vivienda, la que después del ataque había quedado destruida y en total abandono, pese a esto saqueos y los destrozos que se habían producido,  muchos de los enseres estaban allí abandonados, los muebles permanecían intactos, entre ellos el ropero que permanecía arrinconado en el lugar, cubierto por telas de araña, restos de polilla y cantidades de polvo.
          Penetró a la habitación y se dirigió hasta el antiguo y vetusto mueble cuyos espejos permanecían intactos, con sus manos revisó la parte superior y en los lugares aledaños en busca de la llave, sin encontrarla, intentó forzar la chapa de la puerta, pero esta no cedió. Fue en búsqueda de alguna herramienta a la habitación contigua.
          La oscuridad de la habitación, le daba un aspecto lúgubre al espacio, entonces se dejó escuchar un rechinido en el piso de madera, unos golpes secos en el mueble y la puerta se abrió como por arte de magia. Una sombra escapó desde su interior dejando a su paso el penetrante olor a muerte.
          El sujeto terminó de abrir la puerta, y se sorprendió al ver que dentro del ropero se encontraba, el hallazgo  de cadáver casi momificado del cuerpo de la niña, que permanecía acurrucado en su interior, sobre su calavera permanecían sus canelones de pelo que caían sobre el regazo del esqueleto que portaba su vestido rosado de encajes, raído por el paso del tiempo, aun bajo uno de los huesos de su brazo, sostenía una muñeca de trapo.
          La impresión fue grande, acompañado de sensaciones extrañas y escalofríos, colocó un pañuelo sobre su nariz, para disimular la pestilencia que le hizo retroceder, su primer intento fue tratar de salir de allí, pero se contuvo, se agachó con el fin de hacer un mejor reconocimiento, pero el cadáver se dobló sobre si mismo desintegrándose, por lo que optó por cerrar la puerta del armario, no sin antes experimentar el paso de la silueta de la sombra que se escurrió por la rendija. En el espejo se dibujó la imagen de la niña, con una sonrisa, agradeciendo su liberación.

           

No hay comentarios:

Publicar un comentario